Este tema de la comunicación padres hijos es interminable en preguntas pero aún mas en posibilidades para mejorar, así que proponemos una serie de hábitos y recursos que la favorecen, esperando que algunos padres amplíen la lista.
- Frecuentar ámbitos donde haya personas que hablen y escuchen al niño con respeto y atención, de acuerdo a sus posibilidades de comprensión y uso del lenguaje.
- Más importante que hablarle mucho es hablarle con palabras y frases que se adecuen a sus posibilidades de comprensión. El niño muestra verbalmente y/o a través de sus comportamientos cuando no comprendió lo que se le dijo.
- Mirar al niño a los ojos mientras hablamos.
- Hablar despacio y darle tiempo para responder siendo pacientes para escucharle.
- Es conveniente, y no sólo para el desarrollo del lenguaje, nombrar los estados de ánimo que el niño o la familia expresan: alegría, tristeza, ira, dolor, esperanza y también las causas, ya que facilita la comprensión de las emociones y genera confianza.
- Elogiar sus logros y esfuerzos para hablar. Las expresiones de elogio permiten que el niño se apropie de ellas, para gratificarse o gratificar a otros al usarlas.
- No corregir su gramática diciéndole «lo dijiste mal», solo repetir su frase con un ejemplo correcto. Las expresiones de desaprobación debemos limitarlas en su uso y sólo emplearlas para frenar comportamientos de riesgo, violentos o antisociales, tratando de redireccionar estos comportamientos utilizando palabras que orienten al niño hacia comportamientos saludables y positivos mostrándole, lo que está bien y lo que es seguro.
- Los adultos debemos hablar como adultos. Hablar como un niño pequeño puede resultar gracioso para nosotros, pero al niño le confunde y no lo ayuda a desarrollar y perfeccionar su lenguaje. El niño pequeño es siempre capaz de entender más palabras de las que puede pronunciar.
- Siempre tengamos presente que una conversación tiene 2 interlocutores, permitamos entonces al niño expresarse dándole tiempo y espacio para hacerlo, respetando y promoviendo la alternancia de los turnos para hablar. El juego del teléfono, por ejemplo, facilita este aprendizaje.
- Hablémosle de las cosas que le interesan, que llamen su atención o despertemos previamente su interés: mira que puente mas grande¡, mira que casa tan alta¡ …
- Usemos también expresiones corporales para comunicarnos: los gestos, la mímica de la cara o las posturas del cuerpo son recursos que facilitan la comprensión y enriquecen el diálogo.
- Hay momentos que son más propicios para hablar y debemos aprovecharlos: el baño diario, el juego, las comidas, los paseos.
- Es útil mencionar y repetir los nombres de las cosas y personas presentes.
- Es conveniente enseñar al niño imágenes y describir sus formas, colores, belleza, ubicación, semejanzas y diferencias.
- Hacer al niño participe de algunos quehaceres caseros mientras hablamos sobre ello por ejemplo: «vamos a comprar el pan», «alcánzame tus medias», «¿dónde guardamos la pelota?».
- La repetición es fórmula de aprendizaje. Frecuentemente repitamos las ideas importantes: valores, cuidados, normas, variando las palabras cada vez.
- Nombrar, repetir e identificar los distintos sonidos producidos por animales por ejemplo: ¿Cómo canta el pájaro? pio-pio, ¿y el gato? «miau», ¿y el perro? ladra «guau», la vaca muge «muuu».
- Las canciones, las rimas y poesías, el juego compartido con los padres y hermanos y el relato de las acciones que le interesan mientras suceden, son buenos recursos para el desarrollo del habla.
- Hablar es naturalmente placentero y es bueno recrear y mantener esa sensación mientras nos comunicamos con el niño a diario.
- Escuchar con atención. La actitud atenta y valorizadora de quien recibe las primeras expresiones verbales del niño serán estimulantes y fortalecedoras para su progreso como hablante.
- Hablar es naturalmente placentero y es bueno recrear y mantener esa sensación mientras nos comunicamos con el niño a diario.
¿Y tú que opinas?