Una abuela nos escribe contándonos que nota a su nieto de seis años especialmente triste, y que le da mucha pena. Y que le gustaría cambiar ese carácter. Nos pregunta si conocemos algún método.
Querida amiga, no te puedes imaginar lo bien que te entendemos¡ Porque la tristeza como estado de ánimo es la causa más frecuente de consultas. Es el preambulo de la depresión, y en la mayoría de los casos su consecuencia mas llamativa.
Hemos pensado y buscado y consultado mucho sobre el tema. Ningún médico ni psicólogo se pone de acuerdo sobre sus causas. Siempre son múltiples. Ni sobre su curación porque siempre es personal y diferente de niño a niño.
Lo que en nuestra práctica si podemos afirmar es la realidad y virtualidad del refrán español «la mancha de la mora con una verde se quita». Es decir trabajar sobre la alegría es un primer y buen paso.
La alegría es una de las emociones básicas del ser humano, junto con el miedo, la ira, la tristeza y la sorpresa.
“La alegría y el amor son dos alas para las grandes acciones»,decía Goethe. Y como emoción básica así es. La alegría es un estado de ánimo agradable y vivo, fresco y luminoso, generador de bienestar general, que produce altos niveles de energía y una disposición a la acción constructiva. Es un estado de ánimo que generalmente se manifiesta con signos externos por lo que puede ser percibido por otras personas, ya que quien experimenta alegría, la revela en su apariencia, lenguaje, decisiones y actos. Y la transmite.
Hay expertos que distinguen entre la alegría pasajera, fruto de un encuentro con un amigo o un chiste, y la alegría como instalación vital, que es una tendencia creada en la persona a percibir preponderantemente la parte positiva de la vida.
Esta alegría como instalación vital es la que los padres y educadores deben fomentar en los niños. ¿Cómo? Pues nos tenemos que referir a nuestra propia web: www.fundacionbelen.org y pedir que busquen «Ejercicios para fomentar la alegría en los niños» dentro del Taller de padres.
Por delante para nuestra amiga hoy le adelantamos una vieja y probada fórmula de despertar la alegría. El amor.
La necesidad de ser queridos es tan fuerte en los bebés, que se ha podido comprobar en los hospitales pediátricos que los bebés que eran sostenidos en brazos mientras se les deba el biberón engordaban más -tomando la misma cantidad- que aquellos a los que se les suministraba el biberón desde la cuna.
La necesidad de contacto físico del bebé ha hecho que en estos hospitales se introduzca como elemento curativo la figura de la madre. Y esta necesidad de sentirse amado no hace sino crecer a lo largo de la vida.
Los niños necesitan sentirse queridos física y psíquicamente, de forma global y total en primerísimo lugar por sus padres, después por sus abuelos, hermanos,tios, cuidadores y profesores. El amor es la gran escuela de la alegría de vivir.
El amor debe ser percibido por el niño a través de los cinco sentidos corporales: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Debe : acunar, mecer, acariciar, abrazar, masajear; el amor a los niños incluye miradas, sonrisas, mensajes, palabras, canciones; abarca desde el primer despertar al último sueño, incluyendo comidas, baños, bailes, paseos… El amor todo lo cura. Déle grandes abrazos a su nieto, y otras muchas formas de demostrale cariño que seguro se le han de ocurrir, y verá que su alegría aumenta. Y como si de un peso de tratara, al aumentar su balanza de alegría, la de su tristeza dismuniye, se aligera…Pruebe sin miedo.
El amor siempre es beneficioso para quien lo dá y para quien lo recibe. Ya sabe donde nos tiene a su disposición.
¿Y tú que opinas?