Una madre nos pregunta preocupada por cómo facilitar la maduración de su hijo de 8 años
. Madurar es difícil, es costoso para los niños, requiere un acompañamiento amoroso por parte de los padres.
Según los últimos descubrimientos en neurología la inteligencia es plástica, quiere decir que no tenemos el mismo coeficiente intelectual durante toda la vida: depende de lo que hacemos. HACER es el verbo del aprendizaje, puedes leer más sobre este tema en la web de la Fundación Belén https://fundacionbelen.org/base-datos/plasticidad-cerebro/
Como madre las virtudes de amor, paciencia y perseverancia le serán imprescindibles para educar a su niño. Hay que tener amor a raudales para abrazar, acariciar, cantar y jugar con tu niño, muchas veces al día, y también para someterle a las «maniobras» psicológicas que todo método educativo requiere con puntualidad y persistencia, aunque no le guste, aunque proteste…
Usted debe ponerle a su niño límites y deberes correspondientes a sus 8 años. Y de verdad que poner límites requiere mucho amor. Tanto como paciencia, para no perderla nunca, ni perder la esperanza, ni que se asome un gramo de impaciencia ante la falta de resultados. Le recomendamos mucha paciencia, muchísima perseverancia tanta como esperanza, porque se consiguen maravillas. Usted como madre no se debe cansar nunca de darle abrazos y palabras de aliento a diario por todo lo que su hijo realice bien.
Los hijos crecen, maduran y se ven en nuestros ojos, crecen intelectualmente conforme a nuestras expectativas: es muy interesante leer sobre este tema en https://fundacionbelen.org/base-datos/efecto-pigmalion/
Es por tanto tan preciso para su hijo el amor como el comer. Dele abrazos a diario, y si puede ser tres veces al día, mejor que dos. El cerebro de su niño está en total desarrollo.
Recuerde: se hace el cerebro bailando, tocando la flauta, haciendo gimnasia, pintando…es decir moviendo las manos y los pies con voluntad; viendo cosas juntos: libros, museos, calles, gente, pintura, flores… siempre contigo y de la mano. Se hace el cerebro oyendo: tu voz hablar, cantando juntos, escuchando juntos música…
Como madre tiene por delante una tarea apasionante: sacar adelante a su niño, hacer de él un hombre feliz, independiente y capaz de hacer felices a los demás empezando por sus padres.
Lo conseguirá. Con fe y manos a la obra.
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