Un joven nos solicita un remedio para curar a una amiga de su mala costumbre de decir mentiras con frecuencia
El problema de las mentiras es que no se puede corregir «a distancia». Es decir, que como en todo cambio de actitud, tiene que ser la persona afectada quien se proponga modificar su propios defectos.
El hábito de mentir, si no se corrige a tiempo, se puede transformar en un trastorno de la personalidad de adulto, que podríamos llamar ‘seudologia fantástica’ que es el hábito, la costumbre de inventarse una vida, unos acontecimientos y una historia propia a base de mentiras para causar admiración en los espectadores.
Por un lado, existe el deseo común de toda persona de ser digna de amor ; y por otro lado, la persona mentirosa tiene la duda sobre si es digna de ese amor. La persona mentirosa toma el atajo de robar atención y aprecio por la vía del engaño (las palabras son cómodos sustitutos de los hechos) y en vez de por su propio mérito, busca ser querido por sus mentiras. Miente por miedo. Por miedo a decepcionar o por miedo a las consecuencias de sus actos.
¿Qué puede hacer Usted? Pues bastante. Porque como amigo, usted tiene el recurso que esa persona mentirosa necesita: el amor, la atención. Si Usted entiende que su afición a las mentiras es muy exagerada, podrá indicarle una visita al psicólogo.
Desde la Fundación Belén le proponemos otro recurso, iniciar una nueva fórmula de comunicación gestual afectiva al tiempo que deberá repetirle muchas veces a lo largo de los primeros meses de terapia la idea de San Pablo «La verdad te hará libre».
Es muy importante que su amiga perciba todo lo mucho que Usted le quiere y lo mucho que le importan sus acciones, ideas y opiniones. Su amiga necesita toda su admiración y atención para crecer en autoestima. Y necesita pasarlo bien juntos, jugar juntos, hacer excursiones juntos… para que poco a poco su amiga pueda salir del aislamiento artificial (las mentiras son una capa que aísla la realidad) en que se ha envuelto.
¿Y tú que opinas?