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Adolescente diferente

Una madre nos escribe en el primer día de clase de su hija adolescente para solicitar nuevas formas de enseñar a su hija que se siente «diferente».

Así es. Cada persona es diferente y así nos debemos sentir. Diferentes, irreemplazables y cada cual con una misión diferente que cumplir con la vida.

Pero la adolescencia es un periodo comprometido y difícil en la vida de las chicas y de la familia.

Su mal comportamiento, su rebeldía o su apatía es muchas veces una muy mala forma de decir:  socorro, ayúdame¡ En el caso de su hija quisiéramos hacerle una pregunta previa: ¿le han hecho un test de inteligencia?

Porque puede que su hija tenga altas capacidades, ese afán de hacer cosas, esa capacidad de aprender, ese gusto por el ballet, por el violín… por ejemplo. Ese desinterés por los estudios después de haber tenido buenas notas, ese sentirse  incomprendida…Son síntomas de altas capacidades. Nuestro primer consejo sería hacerle un test de inteligencia.

Hay que saber que los últimos descubrimientos en neurología afirman que el cerebro es plástico: somos lo que hacemos. No tenemos un índice de inteligencia fijo, depende de lo que hacemos. Al tener (posiblemente) su hija altas capacidades, necesita HACER muchas actividades.

Puedes leer sobre este tema en nuestra base de datos: https://fundacionbelen.org/base-datos/plasticidad-cerebro/

Desde la Fundación Belén proponemos a las madres como un recurso adicional iniciar una nueva fórmula de comunicación gestual afectiva.

Empezar la primera semana dándole diariamente un abrazo sorpresivo a su hija adolescente por la espalda en silencio, cuando no se lo espere, rápido e intenso. Madre y padre en distinto momento.

La segunda semana dos abrazos, mañana y tarde.

La tercera semana decirle al tiempo una frase cariñosa: «cuanto te quiero¡», «que bien te sienta esta camiseta», «que alegría verte¡¡¡»…

La cuarta semana pedirle además su parecer al tiempo del abrazo: ¿qué te apetece cenar hoy? ¿quieres que veamos juntas el partido?

Es muy importante que tu hija perciba todo lo mucho que la quieres y lo mucho que os importan sus acciones, ideas y opiniones. Vuestra hija necesita vuestra admiración para crecer en su autoestima. Y necesita también pasarlo bien en familia: hacer excursiones juntos, cenar a diario juntos en familia con la televisión apagada, y si puede ser habiendo cocinado juntas los alimentos, mejor. La cena es un momento ideal para hablar y escuchar los problemas mutuos de cada día. Y tu hija necesita también divertirse contigo, ir de compras, salir un día al cine. Reíros.

Decían los clásicos griegos: «quiéreme cuando menos lo merezco, porque es cuando más lo necesito» y la moderna psicología abunda en esta idea: el amor todo lo cura, el amor es la mejor medicina familiar. Prueba esta terapia y escríbenos con los resultados.

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