Una madre nos escribe agobiada porque a sus dos hijos les han diagnosticado en el colegio como límites y su comportamiento es cada día peor
La inteligencia no es un número fijo y adjudicado para siempre, de por vida. No. La inteligencia depende de lo que hacemos. HACER es el verbo del aprendizaje. Y el grado de inteligencia es variable a lo largo de la vida, conforme a lo que hacemos. Seguiremos hablando de este tema porque es muy importante, pero no se debe etiquetar a un niño con 5 años de «límite» hay que enseñarle primero el gusto por aprender, el gusto por obedecer y el gusto por dar gusto a los demás, empezando por su madre.
Empecemos con tu hijo de 5 años por intentar atajar el problema de la desobediencia continuada enseñándole el buen comportamiento a través del clásico y eficaz sistema de “premio y castigo”.
Que el niño se porta bien, premio. ¿Qué premio? La «atención» y un beso o un abrazo instantáneo, sobre la marcha, justo después de haberse controlado, obedecido y ayudado. Un beso, un abrazo es el mejor premio y puedes reforzarlo con una frase alentadora tipo: «lo has hecho muy bien»; «cuanto me alegro por tu buen comportamiento»; «Eres genial”; “que bien te portas»…
Que el niño se porta mal: castigo. ¿Qué tipo de castigo? «la desatención»: no hacerle caso en cinco o diez minutos. Usted se vuelve de espaldas y sigue haciendo sus tareas. No le habla, no le mira, no le escucha… en cinco o diez minutos. Y después le reprende suavemente y con argumentos tipo » que pena que te portes tan mal, con lo bien que tú sabes hacerlo…»; «me gustaría mucho que la próxima vez obedezcas y cumplas bien, como tú sabes…»; «hacer las cosas bien es la forma de agradar en la vida, y tú sabes cómo conseguirlo»…Otro castigo más severo puede ser: No ver la televisión, diez minutos, media hora o una tarde.
En el caso de su hija adolescente, su mal comportamiento, su rebeldía y su apatía en el estudio es una muy mala manera de decir: socorro, ayúdame¡
Desde la Fundación Belén proponemos a los padres como primer recurso iniciar una nueva fórmula de comunicación gestual afectiva.
Empezar la primera semana dándole diariamente un abrazo sorpresivo por la espalda en silencio, cuando no se lo espere, rápido e intenso.
La segunda semana dos abrazos, mañana y tarde.
La tercera semana decirle al tiempo una frase cariñosa: «cuanto te quiero¡», «que bien te sienta esta camiseta», «que alegría verte¡¡¡»…
La cuarta semana pedirle además su parecer al tiempo del abrazo: ¿qué te apetece cenar hoy? ¿quieres que veamos juntas el partido?
Es muy importante que tus hijos perciban todo lo mucho que les quieres y lo mucho que te importan sus acciones, ideas y opiniones. Tus hijos necesita tu admiración para crecer en su autoestima. Y necesitan también pasarlo bien en familia, jugar juntos, hacer excursiones juntos, cenar a diario juntos en familia con la televisión apagada, para poder salir del aislamiento artificial y de la rebeldía en que se han envuelto.
Decían los clásicos griegos: «quiéreme cuando menos lo merezco, porque es cuando más lo necesito» y la moderna psicología abunda en esta idea: el amor todo lo cura, el amor es la mejor medicina familiar.
Prueba esta terapia dos meses y escríbenos con los resultados.
¿Y tú que opinas?