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Adolescente ludópata

Mas que preocupado nos escribe un padre de un adolescente que no sabe hacer otra cosa que jugar

La ludopatía es un impulso irreprimible de jugar a pesar de ser consciente de sus consecuencias y del deseo de detenerse. Está reconocida como una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo la Asociación de Psicólogos de los Estados Unidos considera la ludopatía como un trastorno del control de los impulsos, y por ello no la considera como una adicción.

¿Cuáles son las motivaciones más frecuentes de un adolescente para refugiarse en el juego?:  superar el aburrimiento o tener pocas y pobres relaciones sociales. En adolescentes con pocos intereses intelectuales o deportivos o aislados socialmente, el juego puede desempeñar estas funciones compensatorias. Olvidar los problemas.

Lo que ocurre es que el juego contribuye a aumentarlos y no se trabaja en saber afrontar los problemas.

El juego consigue niveles altos de excitación. El problema se olvida momentáneamente, pero cuando una persona se encuentra excitada, cuenta con muchas probabilidades de tener mas y mayores problemas aún.

El daño en los adolescentes ludópatas es que no se encuentran bien. Su autoestima pierde valor al mentir habitualmente a los padres, amigos y profesores, descuidando sus obligaciones cotidianas, como estudiar, salir, charlar. Estas mentiras les genera un nivel de malestar general anímico caracterizado por tristeza, ansiedad y/o irritabilidad.

¿Qué puede hacer la familia?  Buscar un psicólogo en primer lugar. Para combatir la ludopatía, los expertos abogan por el tratamiento personalizado, que se componga de terapia en grupo para pacientes y para familiares, y la administración de fármacos.

En segundo lugar y al mismo tiempo que el psicólogo trabaja con su hijo adolescente, la familia puede probar una terapia para mejorar la comunicación con su hijo. Empezar la primera semana dándole diariamente un abrazo sorpresivo por la espalda en silencio, cuando no se lo espere, rápido e intenso.

La segunda semana dos abrazos, mañana y tarde. Padre y madre en distinto momento.

La tercera semana decirle al tiempo una frase cariñosa: «cuanto te quiero¡», «que bien te sienta esta camiseta», «que alegría verte¡¡¡»…

La cuarta semana pedirle además su parecer al tiempo del abrazo: ¿qué te apetece cenar hoy? ¿quieres que veamos juntos el partido?

Es muy importante que tu hijo perciba todo lo mucho que le quieres y lo mucho que te importan sus acciones, ideas y opiniones. Tu hijo necesita tu admiración para crecer en su autoestima. Y necesita también pasarlo bien en familia, hacer excursiones juntos, cenar a diario juntos en familia con la televisión apagada, para poder salir del aislamiento artificial en que el juego le ha envuelto.

Decían los clásicos griegos: «quiéreme cuando menos lo merezco, porque es cuando más lo necesito» y la moderna psicología abunda en esta idea: el amor todo lo cura, el amor es la mejor medicina familiar.

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