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Adolescente diferente

Una madre nos pregunta por como ayudar a su hijo de 14 años que se siente diferente en el colegio: siempre está solo, no se relaciona con amigos. Sufre.

Cada chico es diferente, como cada adulto. Esta propiedad y cualidad de la diferenciación humana, que se convierte al madurar en «tener personalidad», es preciso resaltar durante la niñez y la adolescencia. Porque todos los niños, y aún más los adolescentes, quieren ser parecidos a…, vestirse igual a…, pensar igual a…, ver lo mismo que a… Siendo «a» el prototipo, el ejemplo, el admirado. Puede ser «a» influencer, cantante, deportista o actor. Pocas veces «a» será sabio, investigador, pintor, escritor o sacerdote. Son las vigencias sociales.

Conviene reforzar, durante la crianza, la necesidad de ser quien cada cual es. Animar a cada niño y cada adolescente a buscar su propia personalidad fuerte, porque si no se busca, nunca se obtendrá. Pero claro, el mismo concepto de «personalidad» no está en muy uso, no está de moda, porque no conviene al consumismo y porque durante la niñez y adolescencia se busca el pasar desapercibido, el mimetismo como disfraz perfecto.

¿Qué podemos hacer los padres? Muchísimo

Fomentar la auto confianza en el niño y aún más en el adolescente, con grandes abrazos diarios de salutación, al tiempo que ofrecemos una frase asertiva tipo: «que alegría verte»; «que guapa estás hoy»; «que bien te sienta esa camisa»; «cuanto te quiero¡»; «gracias por tu ayuda»….

Reforzar la comunicación familiar a través de cenar juntos con la televisión apagada y sin teléfonos cerca. Hablar de todo y entre todos en animada conversación es una buena forma de fomentar la personalidad de cada cual. Si se cocina juntos, antes de cenar, aún mejor. Es el momento de la complicidad, del intercambio, de las risas.

Ayudar a mantener el tiempo bajo control. Si desde pequeño, desde los dos años por ejemplo, el niño mantiene un horario para despertarse, comer, asearse, jugar y acostarse, al llegar la adolescencia no le costará ser puntual en el colegio y saber administrar su tiempo libre.

Dar ejemplo en actitudes y actividades. Los padres fijamos un modelo de conducta sin querer, porque al nacer y durante varios años, estamos continuamente delante de nuestros hijos con nuestra forma de actuar y con nuestro trabajo. Y es preciso recordar que todas las conductas son aprendidas.

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