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Ante el mal humor

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Visión desde el punto de vista de los padres: ¿Qué podemos hacer?

«¿Por qué de repente hace esto cuando nunca lo ha hecho?»

«¿Por qué ha dejado de ser cariñoso?»

O «¡su carácter ha cambiado, ahora es un cardo!» este tipo de frases y otras semejantes nos las repetían padres de adolescentes desolados, que se quejaban de que convivir con ellos era tarea ardua, y que la situación se complicaba siempre en vacaciones, cuando la convivencia es más frecuente.

La pandemia Covid19 ha supuesto un cambio radical en los hogares. Y muchos padres nos confirman que ha sido para bien. Que los hijos han mejorado en su malhumor, y esto que les ha sorprendido gratamente, tiene explicaciones psicológicas profundas.

Los motivos habría que buscarlos en que la adolescencia es de por si una etapa complicada para el propio individuo, que se encuentra en pleno desarrollo y que asiste a numerosos cambios, tanto físicos, como hormonales y emocionales. Pero también, en que esta transformación acaba produciendo cambios importantes en sus padres, que ven cómo su hijo deja de ser de pronto aquel niño que era hasta antes de ayer.

Es el momento en que parece que el lazo de la comunicación está roto.

Pero no lo está.

O no del todo si el vínculo afectivo creado durante la niñez es suficientemente robusto.

Según el psiquiatra José Luis Carrasco, director de la primera unidad privada de Comportamiento y Personalidad del Hospital Ruber-Juan Bravo, de Quirón-Salud, en la Comunidad de Madrid, «aunque estas actitudes son en la mayoría de las ocasiones un proceso normal, que no van a convertirse en un trastorno, es importante estar atento a ciertas señales que nos pueden indicar que no se trata solo de un problema de la adolescencia».

En estos casos lo principal sería identificar el origen del mal humor del adolescente. ¿Cómo? Según explica el doctor Carrasco, deberíamos acercarnos al adolescente pero sin preguntarle directamente por la causa de su mal humor. «Puede resultar difícil, pero no es imposible. Podemos hacerlo en el transcurso de varios días, ir hablando de cómo fueron sus experiencias durante el año en el colegio, de sus amistades… Seguro que en algún momento aparecerá una pista».

En este sentido, este especialista insiste en que también debe ser prioritario cerciorarse de que «no se están produciendo consecuencias perjudiciales en la vida de nuestros hijos como, por ejemplo, que empiecen a suspender o tengan problemas para relacionarse. Es entonces cuando ha llegado el momento de hablar con ellos, de no retrasar la comunicación, y puede que probablemente sea necesario abordar el problema con un profesional. La barrera más importante que aún hoy nos impide ayudar a nuestros adolescentes es mantener ideas equivocadas como “todo es fruto de la adolescencia” o “ya se le pasará”».

Este acercamiento es importante que sea gradual, respetando su distancia, y tratando de ofrecer confort y sosiego. «El adolescentemalhumorado es como un lactante que llora. Debemos calmarle, no agobiarle. Si no habla, tan solo mostrarnos cercanos y deseosos de estar con él nos ayudará a encontrar una pista que nos oriente sobre el camino a emprender».

Si no conocemos la causa del mal humor, no es recomendable, según Carrasco, ofrecer consejos. «Estos sonarán como una muestra de insensibilidad y arrogancia por nuestra parte. Recordar que no estamos ahí para «diagnosticar» la causa de su mal humor, nuestro papel es solo reconocerlo y permitir que se transforme en palabras. Por este mismo motivo, es mejor participar con ideas», propone este psiquiatra del Hospital Ruber-Juan Bravo. En cualquier caso, concluye Carrasco, «puede ser conveniente consultar con un especialista que instruya a la familia en el manejo de este tipo de problemas y les ofrezca las estrategias adecuadas para recuperar una comunicación positiva con los hijos».

Visión desde el punto de vista del adolescente: ¿pero qué me está pasando?

¿Por qué me enfado con facilidad sin tener ninguna razón?

¿Por qué cambio de humor y de pronto me siento triste sin saber por qué?

Cuando comienza la adolescencia, el cuerpo comienza a producir hormonas sexuales y el cerebro entra en su segunda poda. Estas hormonas – el estrógeno y la progesterona en las mujeres y la testosterona en los hombres – causan cambios físicos en el cuerpo y en las emociones, esos altibajos en tu estado de ánimo que a veces te hacen sentir fuera de control.

Ser adolescente significa socialmente luchar con la propia identidad y la imagen de sí mismo. Ser aceptado por los amigos es percibido como algo sumamente importante.

Puede que quiera estar solo y tomar sus propias decisiones, pero al mismo tiempo puede ser un momento abrumador. Así como este período de tu vida puede ser divertido y excitante, también puede ser una temporada de lucha, confusión y conflicto.

Te puede ayudar a manejar esos momentos en los que te encuentres de mal humor:

 Entender que no eres el único. Aunque no todos los adolescentes experimentan los mismos cambios de humor, estos son comunes en toda adolescencia.

Respirar hondo y contar hasta diez. Haz algo que te haga tranquilizarte durante unos segundos, si te sientes enfadado o irritable. Trata de analizar la situación desde el punto de vista de un observador inteligente.

Hablar con amigos, pueden ayudarte a comprenderte. Hablar con los padres también es importante. Tus padres pueden compartir contigo sus propias experiencias sobre cómo controlan sus momentos de mal humor.

Hacer ejercicio. Hacer ejercicio con regularidad produce más beta-endorfina, la hormona que controla el estrés y mejora el estado de ánimo. Corre, juega tenis, monta tu bicicleta o dale puños a una bolsa de boxeo.

Dormir lo suficiente. Aunque puede que sea difícil que tengas tiempo, descansar lo suficiente es muy importante. Estar cansado puede ocasionar tristeza e irritabilidad.

Crear. Pon en marcha tu imaginación en algún tipo de proyecto, como comenzar a escribir un diario, construir algo con madera o comenzar una pieza de arte o de música.

Llorar. No hay nada malo con llorar, de hecho, llorar relaja y suele hacer sentir mejor a las personas.

Esperar. Así como puedes sentirte de mal humor sin ninguna razón aparente algunas veces, este estado de ánimo también puede pasar. Pero, si te encuentras triste, irritable, aburrido o desesperado la mayor parte del tiempo, puede que estés deprimido, pedir ayuda puede ser algo muy útil para ti.

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