Ideas de un doctor para mejorar la autoestima en la familia
Diez ideas para proteger tu familia de la rutina, el individualismo, la ruptura y las frustraciones
Por el Dr. Aquilino Polaino. Licenciado en medicina y cirugía (Universidad de Granada), diplomado en Psicología Clínica (Universidad Complutense), doctor en medicina (Universidad de Sevilla), licenciado en Filosofía (Universidad de Navarra), profesor de Psiquiatría (Universidad de Extremadura) y catedrático de Psicopatología (Universidad Complutense). Pero es conocido por el gran público como divulgador y consejero en temática familiar y de salud emocional. Durante el II Congreso Educación y Familia de la Universidad Católica de Murcia el pasado 3 de diciembre, habló de diez principios básicos que contribuyen a mejorar la estima de los miembros de una familia.
Disponibilidad
Consiste en dedicar tiempo en atender a nuestros hijos y esposo/a. Con los adolescentes, por ejemplo, no vale lo de «este tema ya lo hablaremos el sábado con tranquilidad, cariño». Para el sábado, tu hija de 13 años ya se ha emborrachado con una amiga y van a hacer lo que se les ocurra, porque el padre o la madre no tenían tiempo para hablar… Hay que estar disponible, porque hay problemas que sólo se arreglan en el momento en que el otro se anima a plantearlo y pide ser escuchado. Recordemos que nuestros padres, al morir, sólo nos dejan realmente el tiempo que pasaron con nosotros. Demos tiempo al otro.
Comunicación padres-hijos: que los padres hablen menos y escuchen más
En muchas familias, cuando un padre o madre dice «hijo, tenemos que hablar», el chaval piensa «Ay, malo, malo». ¿Por qué? Porque sabe que los padres cuando dicen «tenemos que hablar» quieren decir «te voy a soltar un discurso por algo tuyo que no me ha gustado». Esto cambiaría si los padres se hicieran un propósito: dedicar el 75% a escuchar y sólo el 25% a hablar. Escuchar a los hijos (o al cónyuge, a cualquiera) es un esfuerzo activo. Hay que soltar el periódico, bajar el volumen de la TV, mirar de frente – y a los ojos- a quien te habla, y sobre prestar atención. En esto consiste la escucha activa, que es la que sirve para mejorar la autoestima de tu familia.
Coherencia en los padres y autoexigencia en los hijos
Uno es coherente cuando lo que piensa, siente, dice y hace es una misma cosa. No tiene sentido decirle a los niños desde el sofá: «eh, vosotros, ayudad a mamá a quitar la mesa». Hay que dar ejemplo primero. Tú, padre, has de quitar la mesa durante 5 días, que te vean. El quinto día dices a tu hijo: «venga, ahora entre los dos». Y dos días después: «estoy orgulloso de ti, ahora ya has aprendido y ya puedes quitar la mesa tú sólo». Y él se sentirá orgulloso de quitar la mesa. Así aprenden a autoexigirse, que es mucho mejor que tenerlos vigilados 24 horas al día. Esto es ser un progenitor potenciador, motivador, animador y protector al mismo tiempo.
También pedimos a los niños que estudien pero ¿nos ven a nosotros estudiar, leer revistas de nuestro oficio, ponernos al día en nuestra especialidad? Debemos poder decir con el ejemplo: «mirad, hijos, nosotros también estudiamos».
Tener iniciativa, inquietudes y buen humor, especialmente con el cónyuge
Estos tres factores son útiles para la autoestima familiar. En España el buen humor no suele escasear. Pero la rutina es un enemigo en las relaciones conyugales y con los hijos. El punto clave es fomentar la creatividad e iniciativa en la vida de pareja y eso se contagiará a toda la familia. Las mejores horas deben ser para compartir entre la pareja. Ser papá o mamá no debe hacernos olvidar que somos «tú y yo, amor, nosotros». Creatividad e iniciativa protegen a la pareja de la rutina. Cuando hay rutina, es fácil apoltronarse, que uno de los dos busque la «magia» añorada fuera, en otras relaciones. Por el contrario, si la pareja va bien, los hijos aprenden su «educación sentimental» simplemente viendo cómo se tratan papá y mamá, viendo que se admiran, se halagan, se alaban, son cómplices. «Cuando sea mayor trataré a mi mujer como papá a mamá», piensan los niños entusiasmados.
Aceptar nuestras limitaciones, y las de los nuestros
Hay que conocer y aceptar tus limitaciones, las de tu cónyuge y las de tus hijos. Pero es importantísimo no criticar al otro ante la familia, no criticar a tu cónyuge ante los niños, o a un niño ante los hermanos, comparando a un hermano «bueno» con uno «malo». Eso hace sufrir al hijo y le quita autoestima. Es mejor llevarlo aparte y hablar.
Reconocer y reafirmar lo que vale la otra persona
Seamos sinceros: no tiene sentido que andemos llamando «campeón» a nuestro niño que nunca ha ganado nada. Si ha perdido un partido de fútbol, no le llames campeón, basta con reconocer «que bien han jugado los otros¡». Tu hijo ha de aprender a tolerar la frustración, pero si le acompañas, mejor. Reafirmemos al otro en lo que vale, y se verá a sí mismo como lo que es, una persona valiosa.
Estimular la autonomía personal
Uno se hace bueno a medida que va haciendo cosas buenas. Es importante que lo entiendan los hijos. Lo que se hace es importante. Decía Ortega «somos lo que hacemos». Esta idea ayuda a tener autonomía personal, hacer las cosas por nosotros mismos, para mejorar nosotros.
Diseñar un proyecto personal
No irás muy lejos si no sabes donde quieres ir. Quedarte quieto no es factible, uno tiende a volver a quedarse atrás. Has de tener un proyecto personal para crecer, y atender y ayudar a discernir y potenciar los proyectos de los tuyos.
Tener un nivel de aspiraciones alto, pero realista
Hemos de jugar entre lo posible y lo deseable. Si aspiramos alto, nos valoraremos bien, tendremos autoestima. Pero, ¿es factible? Debemos conjugar un alto nivel de aspiraciones con la realidad de nuestras capacidades y recursos.
Elijamos buenos amigos y amigas
El individualismo es el cáncer del s.XXI. Nosotros y nuestros hijos estamos atados a máquinas gratificantes: el DVD, la TV, la videoconsola, Internet… El trabajo en solitario va minando la amistad verdadera. ¡Los amigos comprometen mucho y al individualista no le gustan los compromisos!
Sin embargo, necesitamos más que nunca amigos humanos, personas, grandes y buenos amigos, con los que compartir muchas horas, conversaciones sinceras y cercanas, amistades de verdad, que te apoyen y te conozcan auténticamente, que te acepten con tus fallos y potencien lo mejor en ti. Seleccionar amigos así para ti y para los tuyos es la mejor inversión.
Una familia que trata de seguir estos principio contribuye a mejorar la estima en sus hijos y la autoestima en ellos mismos. Hay finalmente tres ideas más a considerar:
Según Chesterton, lo natural tiende a lo sobrenatural mientras que lo que no se sobrenaturaliza se desnaturaliza. Es cierto. Hemos de entender que la autoestima, el amar y el amarse, es sobrenatural. ¿Has pensado en cómo te ama Dios, en lo grande, lo sobrenatural de Su amor por ti? Piénsalo. Eres muy especial para Él. Cuando vivas este amor, comunícalo a tus hijos.
Buena parte del sufrimiento inútil en el mundo se produce porque en algunas ocasiones en las que deberíamos dedicarnos a pensar, nos ponemos a sentir; y en ocasiones que son para sentir, nos ponemos a pensar. Evitemos este sufrimiento inútil: hay momentos para pensar y momentos para sentir.
Si luchas, puedes perder, pero si no luchas ya estás perdido. Si luchas por tu vida familiar, no estás perdido.
Bibliografía
- Cómo mejorar la autoestima de los alumnos I (12-14 años). E. Martín. Editorial CEPE. 2001
- Cómo mejorar la autoestima de los alumnos II (14-16 años). E. Martín. Editorial CEPE. 2001
- Confiar en uno mismo: programa de autoestima. I.M. Haeussler y M Milicic. Editorial CEPE. 1999