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Problemas de pareja

Vivir en pareja no es fácil siempre. A veces surgen problemas. Desencuentros. Malentendidos. No son nuevos y no los podemos enumerar en esta página, porque en este portal nos queremos centrar en las parejas con hijos con problemas. Los problemas de pareja se pueden y se deben superar. No es difícil. Existen muchas terapias. Pero si en una pareja además de los malentendidos antiguos y superados de convivir dos personalidades bajo un mismo techo, existe un problema añadido, un problema con un hijo, entonces los problemas clásicos tienden a rebrotar con fuerza. Los más dolorosos y los más frecuentes son:

Echarse la culpa mutuamente

Sin duda el hijo es obra de los dos. Pero si el hijo es sano y guapo y bueno y simpático y listo y…super-diez, entonces -aún sin decirlo- los dos progenitores se otorgan el «éxito» y asumen en silencio y con orgullo la plena paternidad del niño o niña convencidos de que al fin y al cabo: «sale a mi familia». Pero este partidismo pater/maternal si existe un problema, deja de ser silencioso, y cuanto mas importante es el problema mas se agudiza el enfoque unilateral y mas se vuelca en agravios contra la otra mitad. «Es por tu culpa». Como si en realidad existiese «culpa» alguna en un problema filial, el que sea, ya sea de salud o de inteligencia o de comportamiento. Primer punto que es preciso aclarar: NO EXISTE CULPA Segundo punto importante: El problema es de los dos, a partes iguales: COMPARTIDO se resuelve mejor.

Desentenderse del otro

El problema con un hijo, por importante que éste sea, no es único en la vida de la pareja. Y por supuesto de cada miembro de la familia. Es importante no focalizar la mirada y la atención EXCLUSIVAMENTE en el problema filial. (La madre que se vuelca en el hijo enfermo y desatiende a los otros, puede crear con esta desatención nuevos problemas). Conviene recordar que cada persona que vive en nuestro ámbito familiar necesita atención propia y personalizada. Empezando por nuestra pareja con su propio mundo personal, con su trabajo, familia, amigos y gustos particulares. Atender al cónyuge en estos momentos, precisamente porque existe un problema que es preciso resolver entre los dos, es fundamental. Por mas que sea difícil encontrar el momento y el lugar es necesario buscarlos. A menudo será preciso salir de casa. Encontrar la soledad compartida en un paseo por un parque, buscar juntos una distracción en un cine, o en unas cañas, o en una excursión. Es necesario buscarse y encontrarse. Entre los dos debe haber complicidad a la hora de enfrentarse al problema. Y la complicidad se teje día a día. Hora a hora. En momentos compartidos que crean conocimiento mutuo.

Inhibirse del problema

Cuando surge el problema con un hijo, no siempre los dos padres están de acuerdo en la fórmula de buscar soluciones. Y cuando la fórmula no es compartida, uno de los dos puede, y suele, inhibirse: «Allá tu con esa solución». Para evitar la inhibición, y el dolor que conlleva el sentirse «solo» en la búsqueda, es importante que el enfoque se haga siempre en común. Cuanto más se hable entre la pareja, mejor.

Falta de comunicación

Hablar no tiene porque ser igual a discutir. Y discutir no tiene que ser sinónimo de reñir. Para evitar las discusiones agrias una buena fórmula es usar lápiz y papel. Puede parecer extraño comenzar a hablar con los trebejos de la escritura por delante, pero es muy útil. «Tú, ¿qué que propones?» . Se escribe la propuesta y las ventajas e inconvenientes. «Y tú, ¿qué opinas?» . Renglón aparte, con sus ventajas e inconvenientes añadidos. Después se puede dejar el papel esperar un día y sacarlo al día siguiente.

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