Motivos de fuga
No existe una definición universal técnica sobre el término «fugado», pero para Missing Children Europe son todos aquellos niños que “escapan de su casa o son empujados a salir de su hogar o de la institución en la que se encuentran”. Según esta institución un 83% de los niños fugados se escapan por problemas en el hogar, un 61% se escapa por problemas en su institución de residencia, y un 56% se escapa por problemas en la escuela.
Cuando un niño se escapa termina generalmente durmiendo en la calle, sin tener acceso a comida ni agua, sin tener ayuda de ningún adulto. Estas circunstancias hacen que estén más expuestos a todo tipo de violencia y abuso sexual. Escaparse de casa siendo niño puede tener un impacto a largo plazo y una consecuencias negativas en la vida adulta. Por ejemplo adultos que se han escapado de casa siendo niños tienen un 51 % más de pensamientos suicidas; un 53% más de probabilidades de no terminar la escuela y una probabilidad 2 o 3 veces más alta de abusar de drogas.
La fuga a menudo se malinterpreta como un «comportamiento problemático del adolescente o, incluso, relacionado con la delincuencia», advierte Benjamín Ballesteros, director de programas de Fundación ANAR. Asegura que según los datos de la institución y de las Líneas de Ayuda Europeas, «los menores de edad están tratando de escapar de problemas muy graves como el abuso sexual, el maltrato físico, la negligencia, el acoso escolar y la violencia de género».
También es preciso tener en consideración que hay niños que pertenecen al mundo de las Personas con Alta Sensibilidad, que sienten más intensamente los castigos y las reprimendas por parte de los adultos.
Noviembre es el mes europeo de la fuga y también se conmemora la Convención de los Derechos del Niño de Naciones Unidas, motivo por el que la Fundación ANAR insiste a los padres en la necesidad de prevenir este tipo de situaciones siguiendo una serie de medidas, así como dar a conocer el Teléfono Europeo 116000 para casos de niños desaparecidos.
Según un informe de esta organización, durante el año pasado hubo más de 2.618 llamadas de alertas de fugas de menores de edad, a través su línea de ayuda. En total, se abrieron 819 casos, de los que el 62,2% fueron huidas del hogar o del centro donde viven habitualmente.
Esta organización considera que un menor fugado es un problema serio y que las primeras horas de las desapariciones son «cruciales». Por ello, motivan a los padres a «no minimizar el suceso ni esperar a que pasen 24 horas para informar a las autoridades. Tanto Policía como Guardia Civil emprenderán la búsqueda en cuanto se les ponga al tanto», aclara Ballestero.
También advierte de la importancia de estar atentos a los «avisos previos» que pueda hacer el menor o adolescente y dar relevancia a las amenazas cuando manifieste su intención de huir de casa o querer marcharse porque la detección precoz de un intento de fuga puede evitar graves consecuencias.
El mensaje para los padres es muy claro: «No penséis que es solo cosa de adolescentes, pero tampoco les reprendáis ni os enfadéis porque, en realidad, están sufriendo». Por ello, lo recomendable para evitar estas situaciones es «reforzar el vínculo familiar, ya que los hijos necesitan sentir que pertenecen a un grupo –en este caso sus seres queridos–, pero si no encuentran esta unión en el hogar, la irán a buscar fuera con el peligro de ello».
Otro punto importante es saber manejar los desacuerdos, potenciar la comunicación emocional diaria y aplicar normas y límites. «Manejar las situaciones fomentando el diálogo y permitiendo que se expresen, servirá para que liberen tensión emocional y no recurran a soluciones extremas ante los problemas», indica el informe de ANAR.
Para consultar:
Missing Children in Europe https://missingchildreneurope.eu/