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Rabietas

Para saber más

Definición

Rabieta, es una enfado grande, frecuente en niños de corta edad 2-4 años, que se produce por motivo poco justificado y que dura poco.

El Berrinche tiene como peculiaridad añadida el llanto fuerte y duradero.

La pataleta, es una especie de rabieta en niños de mas edad 5-8 años, que puede llegar a desencadenar convulsiones, especialmente cuando se cree que es fingida.

Para la Dra del Barrio “la rabieta es la forma manifiesta mas leve de alteración de la conducta infantil, en la mayor parte de los casos son episodios de carácter esporádico, no muy intensos y a los que cabe considerar como normales. La rabieta es el llanto violento ante la frustración al no haber conseguido imponer su voluntad…

Cuanto antes el niño aprenda que “sí” quiere decir sí, y que “no” quiere decir no, antes de producirá el abandono del llanto como un sistema de petición.

Los niños ejecutan estas rabietas para expresar dolor, hambre, cansancio, miedo, inquietud, tristeza, frustración y cualquier para emoción negativa; en ocasiones son expresión del padecimiento de una enfermedad.

Como los niños no adquieren plenamente el lenguaje hasta los 3 años, se considera que por debajo de esa edad, es normal que el niño pueda expresar el desagrado gritando, llorando o pataleando.

Cuando en una familia hay explosiones emocionales frecuentes, portazos, llantos, gritos…el niño copia el modelo y reproduce las rabietas de los adultos en su mundo infantil.

La desatención, la distracción y la búsqueda de alternativas son las mejores estrategias para hacer disminuir el número de rabietas”.

Por su parte, Angélica Jalife, psicoterapeuta directora del Centro de Terapia de Desarrollo Infantil, señala que “un berrinche también puede ser aprendido. Si papá o mamá no tiene buen nivel de tolerancia a la frustración, o es explosivo, los niños los son por imitación. Asimismo, asevera que en general un 50 por ciento de las rabietas infantiles son adquiridas por imágenes del ámbito familiar y otro 50 porque el niño no ha aprendido límites en casa, por lo que es necesario aprender a manejar los berrinches cuando éstos se presentan, y a su vez enseñarles límites a los niños que les permitan crecer adecuadamente.”

Para Meg Eastman y Sydney Craft : “los berrinches infantiles son universales. Entre los dos y los cinco años, los niños no han aprendido las palabras con las cuales pedir lo que necesitan, por ello, sus palabras implican exigencias, y si no se obtiene resultado inmediato harán, inevitablemente, un berrinche. A menudo éste responde a la fatiga, la enfermedad, la sobreestimulación y otras tensiones, sin embargo, a los niños que se les consienten los berrinches tienen más posibilidades de padecer problemas emocionales de adultos, pueden convertirse en personas egoístas y narcisistas. Los padres quienes ante la rabieta ceden y luego responden con sentimientos de culpa, charlas o sarcasmos no solucionan el problema sino que contribuyen a formar adultos ‘enfadicas,’

Las rabietas según estos expertos no tienen nada que ver con problemas neurológicos, psicológico o de personalidad, sino de educación. Los padres deben enseñar límites a los niños, sin violencia ni rigidez, pero sí con firmeza y coherencia.

Según los especialistas la presencia de berrinches, rabietas o crisis de llanto, es habitual en niños pequeños desde un año y medio hasta los 3 a 4 años.

Para evitar la frustración descontrolada en los niño, los azotes no solucionan nada la situación, porque hay que recordar que quien pega a un niño está enseñando a ese niño a pegar.

“Hay que entender que estos patrones de conducta se relacionan con la época de vida del niño, en la cual se siente más independiente, con deseos de autonomía y marcado egocentrismo. A esta edad están en plena etapa del desarrollo del ego y del negativismo.

Cómo manejar los berrinches

  • No haga caso del berrinche, eso permitirá al niño tomarse un respiro y calmarse, es recomendable hacer algo que le distraiga.
  • Póngase un límite de tiempo para no hacer un caso del berrinche, unos 5 ó 10 minutos para que el niño se calme. Una vez consumido el tiempo ponga límites claros para que su hijo corte el berrinche: puede decirle con voz firme y sin gritar “cuando cuente hasta (el número que crea conveniente) quiero que te controles”.

Si el niño se daña a sí mismo o a otros:

  • Abrácelo con fuerza para inmovilizarlo y decirle con energía que detenga el berrinche.
  • Cuente hasta el número que quiera.
  • Si sigue con el berrinche llévelo a un lugar seguro y aislado donde no pueda hacer o hacerse daño.
  • No hable con su niño mientras se resiste, tranquilícelo delicadamente pero con firmeza, luego déjelo.

Pasos para abordar las rabietas

Dicen los padres: Tiene rabietas. No acepta límites, Ya no sabemos qué hacer.

Aunque resulte paradójico, debemos entender la rebeldía, la desobediencia, el negativismo, las rabietas y los berrinches como signos positivos y expresivos de una personalidad en formación. Hemos comentado en otras páginas de este mismo portal que esta etapa del desarrollo se evidencia alrededor de los 2 años. Ver y enlazar con desobediencia

Si un niño a esta edad no da ninguna señal de oposición- entrega sus juguetes con demasiada facilidad, no se ofende, no protesta ni se defiende cuando le sacan o le niegan algo- debemos preocuparnos: ese niño tiene miedo de exponerse.

En el mejor de los casos, necesita mantener en secreto sus verdaderos deseos.

En el peor de los casos, ya no sabe lo que desea o ya no desea.

  • reconocer lo complicado que resulta para los padres y/o educadores vérselas con unos niños que- a pesar de la torpeza, la inmadurez y la impulsividad propias de la edad- intentan comunicar e imponer su gusto, sus ganas, sus necesidades, su vitalidad, su ritmo, su desacuerdo, como pueden.
    • Por una parte no queremos sofocar la expresividad del niño.
    • Por otra, tampoco debemos dejar al niño a merced de sus impulsos.
  • recordar que el niño aprende copiando conductas: si se siente respetado, respeta; si se siente engañado, miente. Un niño que se siente escuchado, escucha; sabe que hablar vale la pena. Un niño al que se le dan razones verdaderas y válidas, aprende que nadie – no sólo él- puede hacer todo lo que quiere en cualquier momento.
  • intentar comprender la frustración ¿cómo le gustaría ser tratado cuando desean muy intensamente algo de lo cual se tienen que privar? Los niños quieren y necesitan saber porqué no pueden hacer lo que les da la gana. Exigen respuestas sinceras
  • saber que cuando el niño no consigue inmediatamente lo que pide, puede enfadarse mucho, llorar, arrojar objetos, arañarse o el el peor de los casos golpearse contra la pared. Está invadido por la ira y no capacidad para controlar sus emociones. No atenderá a riñas ni agresiones, sino que éstas pueden aumentar su rabia.

En el momento de la rabieta recuerde :

  1. No se debe ceder ante la rabieta.
  2. Esperar con paciencia a que primero se tranquilice.
  3. Llevarle a algún lugar tranquilo y vigilar que no se lastime.
  4. Cuando se le pase, hablar con él o ella, y favorecer que pida perdón. Es importante que desde esta corta edad empiecen a aprender que no pueden tener todo lo que quieren y que deben aprender a tolerar sus frustraciones. Es necesario que los padres hablen mucho con sus hijos, esto les ayudará a enriquecer su lenguaje, capacidad de expresión, creatividad. Dedicar tiempo a hablar con los hijos supone además una forma de expresar cariño y demostrarles que nos importan.
  5. Enseñar las normas y los límites a los hijos. Unas normas claras y sencillas. Y repetirlas las veces que sea necesario de manera tranquila.
  6. Los niños necesitan límites. Si nosotros proponemos un buen límite, una buena norma, nuestro hijo estará dispuesto a cumplirla porque lo que quieren los hijos es agradar.
  7. Cuando necesitamos decir a nuestros hijos que deben hacer algo y «ahora» (recoger los juguetes, irse a la cama, etc.) recuerde las normas básicas antifrustración.

A tener en cuenta algunos consejos básicos antifrustración:

  • Objetividad. Es frecuente oír a los padres decir a un niño a niña de 3 años: “no seas mala” «pórtate bien»…Pero estas expresiones significan diferentes cosas para diferentes personas. Nuestros hijos entenderán mejor si hacemos nuestras normas de una forma más concreta. Un límite bien especificado dice a un niño exactamente lo que debe hacer: «Habla bajito en una biblioteca «; «Da de comer al perro ahora»: «Agarra mi mano para cruzar la calle». Esta es una forma que puede aumentar substancialmente la relación de complicidad con su hijo.
  • Opciones. En algunos casos podemos dar a nuestros hijos una oportunidad limitada de decidir como cumplir sus «órdenes». La libertad de oportunidad hace que un niño sienta una sensación de poder y control, reduciendo las resistencias. Por ejemplo: «Es la hora del baño. ¿Quieres la ducha o la bañera ?»; «Es la hora de vestirse. ¿Quieres elegir un traje, o lo hago yo? Esta es una forma más fácil y rápida de decir a un niño exactamente lo que hacer.
  • Firmeza. En cuestiones realmente importantes, cuando existe una resistencia a la obediencia, nosotros necesitamos aplicar el límite con firmeza. Un límite firme dice a un niño que él debe parar con dicho comportamiento y obedecer a tus deseos inmediatamente. Por ejemplo: «Vete a tu habitación ahora mismo» o «¡Para ya!, los juguetes no son para tirar». Los límites firmes deben ser aplicados con una voz segura, sin gritos, y una seria mirada en el rostro. Los límites más suaves suponen que el niño tiene una opción de obedecer o no. Ejemplo de límites suave: «¿Porqué no te llevas tus juguetes un poco mas lejos?».
  • Acentúa lo positivo. Los niños aprenden antes a «hacer» por ejemplo: «Habla bajo» que a “no hacer” por ejemplo «No grites». En general, es mejor decir a un niño lo que debe hacer antes de lo que no debe hacer.
  • Manténgase al margen. Cuándo decimos «quiero que te vayas a la cama ahora mismo», estamos creando una lucha de poder personal con nuestros hijos. Una buena estrategia es hacer constar la regla de una forma impersonal. Por ejemplo: «Son las 8, es la hora de acostarse» y le enseña el reloj. En este caso, el conflicto emocional estará entre el niño y el reloj.
  • Explique razones. Cuando un niño entiende el motivo de una norma, de un límite como una forma de prevenir situaciones peligrosas para sí mismo y para otros, se sentirá mas animado a obedecerla. De este modo, lo mejor cuando se aplica un límite, es explicar al niño el porqué tiene que obedecer. «Si tiras los juguetes de otros niños, ellos se sentirán tristes porque les gustaría jugar aún con ellos».
  • Sugiera una alternativa. Siempre que apliques un límite al comportamiento de un niño, intente indicar una alternativa aceptable. Por hacerlo sonará menos negativo y su hijo se sentirá menos desaventajado. «No te puedo dar un caramelo antes de la cena, pero te puedo dar un helado de chocolate después». Por ofrecerle alternativas, le estás enseñando que sus sentimientos y deseos son aceptables. Este es un camino de expresión más correcto.
  • Sea consistente. Una rutina flexible (acostarse a las 8 una noche, a las 8 y media en la próxima, y a las 10 otra noche) invita a una resistencia y se torna imposible de cumplir. Las rutinas y normas importantes en la familia deberían ser efectivas día tras día, aunque los padres estén cansados.
  • Desaprueba la conducta, no al niño. Es necesario que dejemos claro para nuestros hijos que nuestra desaprobación está relacionada con su comportamiento y no directamente con ellos. No les estamos rechazando. Nunca decir «Niño malo» (desaprobación del niño). Debemos decir «No tires los juguetes» (desaprobación de la conducta). En lugar de decir «No puedo controlarte, no puedo contigo», debemos decir, «Estos juguetes no se deben tirar”.
  • Controla tus emociones. Los investigadores señalan que cuando los padres están muy enfadados castigan más seriamente y son más propensos a ser verbalmente y/o físicamente abusivos con sus hijos. Frente a un mal comportamiento, lo mejor es guardar un minuto de calma uno mismo, y después preguntar «¿que sucedió aquí?». Todos los niños necesitan que sus padres establezcan las normas para el comportamiento aceptable.

Sugerencias para los padres que quieran aplicar límites sin provocar frustración:

  • Aplicar los límites con sensatez pero con firmeza: el ser prudente al establecer límites no quiere decir que no se haga valer la autoridad sin rebasar el límite del autoritarismo.
  • Fijar reglas a seguir: éstas ayudan a relacionarse con los demás, sientan las bases para la toma de decisiones y proporcionan un modelo de comportamiento.
  • Establecer las consecuencias lógicas de sus acciones, haciéndole saber al hijo la responsabilidad y los efectos, tanto para él como para los demás, y cómo se puede solucionar.
  • Mantenerse firme y constante en la decisión y no permitir que los hijos/as se «salgan con la suya»; una vez tomada la decisión de prohibir algo se debe llegar hasta el fin, por muy exhausto que se esté.
  • Evitar contradecir la orden del padre o la madre: cuando uno autoriza y el otro desautoriza se tambalea la confianza del niño hacia ellos; además, los desacuerdos ocasionan que el menor manipule a sus padres.
  • Evitar la obediencia ciega sin el verdadero convencimiento.
  • Ser coherentes entre lo que se hace y lo que se dice: principios y valores han de ser siempre defendidos y, por lo mismo, actuar en conformidad con ellos, es decir, ser coherente entre lo que se hace y lo que se dice, sin que haya dobles mensajes: “debes hacer y pensar esto”, mientras que los padres hacen lo contrario.
  • Finalmente, hay niños mas impulsivos, agresivos, que sufren angustia o tensión fácilmente, a los cuales les resulta más difícil manejar su ira, en esos casos lo mejor es acudir a una asesoría profesional para aprender a manejar la ira e impulsar el sano desarrollo de su hijo.

Bibliografía

  • “Los problemas infantiles”. Victoria del Barrio. Ed Aguilar, Madrid 1997
  • “No más berrinches”, Meg Eastman y Sydney Craft
  • “Disciplina y límites. Muestras de amor” Rosas, María., Grupo Editorial Norma, México, 2002, 132 pp.
  • “Manual para padres, ¡Socorro! Qué hacer cuando tu hijo de 2 a 5 años tiene rabietas, muerde a sus amiguitos, interrumpe las conversaciones, dice palabrotas..”Reichlin, Gail y Caroline Winkler, España 2002, 315 p.
  • “El lenguaje del cariño, entre padres e hijos” Velasco, Alejandra, , Editorial Picolo, México 2005, 148 p.

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