Sumisión química
La sumisión química consiste en la administración de sustancias químicas a una persona, sin su consentimiento y sin su conocimiento, con fines delictivos.
Aproximadamente en un 20 por ciento de las agresiones sexuales interviene el consumo de alguna sustancia química. Según datos de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias (SEMES), el 90 por ciento de las víctimas de este tipo de delitos son mujeres.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la violencia sexual de un modo muy amplio, incluyendo cualquier tipo de acto sexual que se realice a una persona mediante coacción, además de aquellas situaciones en las que la persona no está en condiciones de dar su consentimiento por estar bajo el efecto del alcohol o de sustancias estupefacientes.
En España, tras la reforma del Código Penal en 2010, el artículo 181.2 determina que se consideran abusos sexuales no consentidos los que se ejecuten sobre personas que se hallen privadas de sentido o de cuyo trastorno mental se abusare, así como los que se cometan anulando la voluntad de la víctima mediante el uso de fármacos, drogas o cualquier otra sustancia natural o química idónea a tal efecto.
Si bien la burundanga es la sustancia más famosa, también es de las más infrecuentes, señala la doctora María Dolores Moreno, directora del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF), pertenece al grupo de las denominadas “drogas de la violación” junto con la quetamina, un anestésico empleado en veterinaria que se utiliza también como droga recreativa, y el GHB, que no se sabe si se utiliza muy poco o no se detecta. La dra Moreno añade que el agresor suele elegir una droga que tenga efectos de sedación y amnésicos, y a veces también se utilizan sustancias que producen desinhibición para facilitar la agresión sexual. Por eso, las sustancias más relacionadas con estos delitos sean, además del alcohol, los fármacos de uso común. Las sustancias que se encuentran con más frecuencia, según María Dolores Moreno, son el alcohol, seguido de los psicofármacos (entre los que destacan las benzodiacepinas) y las drogas (cannabis y anfetamínicos).
Según las estadísticas del INTCF, en el 88% de las denuncias se detecta alguna sustancia, siendo las más frecuentes el etanol –alcohol- (61,7%), los fármacos (40,2%) y las drogas ilícitas (27,1%).
Pero el hecho de que una persona dé negativo en los análisis toxicológicos no descarta la agresión sexual. La demora que se produce hasta que la víctima acude al hospital es fundamental, y una de las causas de que muchos resultados toxicológicos salgan negativos. “La amnesia, unida a la desorientación, hace que la víctima tarde en denunciar los hechos, por lo que pasan varias horas e incluso días hasta que se interpone la denuncia”, señala María Dolores Moreno.
No obstante, en un 63% de los casos en los que no se encuentran drogas, sí se demuestra la presencia de semen. “Esto indica que muchas veces que no se encuentra sustancia, probablemente la hay”, añade. Por este motivo es fundamental que las víctimas acudan al hospital lo antes posible y sin ducharse para evitar la destrucción de pruebas, y resulta útil intentar acordarse de todas las personas con las que se estuvo antes de perder la consciencia. Entre los principios de Edmond Locard, uno de los fundadores de la Criminalística, figura el siguiente: ‘En la investigación criminal el tiempo que pasa es la verdad que huye’.
El lugar al que deben acudir las víctimas desde un primer momento es el hospital de referencia donde se realice un examen médico y se tomen las muestras oportunas. Según datos del INTCF facilitados por la forense, el tiempo medio que transcurre entre la agresión y el momento en el que la víctima denuncia y se toma la muestra es de 18 horas. “En el Instituto hemos visto que siempre que llegan muestras de casos en los que se han denunciado los hechos antes de las seis horas, siempre han dado positivo”. El paso del tiempo complica la detección de la sustancia.
Todos los Servicios de Urgencias Hospitalarias cuentan con un protocolo sobre agresiones sexuales, y algunos poseen protocolos específicos para detectar los abusos por sumisión química, como el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, que desde 2014 cuenta con una Guía de Detección Clínica de la Sumisión Química, con objeto de poner en marcha indicadores de sospecha de posible intoxicación toxicológica.
La mayor parte de las víctimas suelen acudir solas al hospital, y en ocasiones acompañadas por algún familiar, como explica el doctor Manuel Vázquez, vicepresidente de Sociedad Española de Medicina de Urgencias (SEMES), quien pone el foco en la demora con la que se produce acudir a urgencias.
Las personas afectadas por delitos sexuales por sumisión química suelen presentar un cuadro clínico que pone sobre aviso al personal sanitario que las atiende. “La víctima se encuentra desorientada, con síntomas inespecíficos, habitualmente neurológicos y difíciles de identificar, y suele referir amnesia anterógrada, que se produce por la incapacidad de almacenar nuevos acontecimientos en la memoria a largo plazo”, explica la directora del INTCF.
“Es frecuente encontrar en la victima lesiones leves, sobre todo extra genitales, y suelen tener la sensación de haber mantenido algún tipo de relación sexual”, agrega. Junto a este cuadro clínico, la anamnesis, la información recopilada por el médico a través de las respuestas del paciente, es otro de los indicativos claves de la existencia de este delito.
“El hecho de que se encuentre con una persona durmiendo a su lado demuestra hasta qué punto existe la impunidad en este tipo de agresiones”, completa María Dolores Moreno.
Conocer el delito es la clave para detectarlo y denunciarlo.
Guia para adolescentes: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1135-76062018000100023