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Educación en el esfuerzo

Para saber más

Definición

En física se define el esfuerzo como fuerza por unidad de superficie. El diccionario Espasa define el concepto en su primera acepción como el empleo del cuerpo o del espíritu para vencer una dificultad. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define el esfuerzo como «el empleo de la fuerza física contra algún impulso o resistencia. Empleo energético del vigor o actividad de ánimo para conseguir una cosa venciendo dificultades».

En general, al hablar de esfuerzo nos podemos referir a: fuerza física o a fuerza de voluntad. En el caso de la educación el concepto de esfuerzo de refiere a ambas. Para aprender cualquier actividad escolar ya sea juegos, deporte, música, pintura, se requiere conjugar ambas fuerzas. Por supuesto también para para estudiar.

Entre el “pasar de todo” y “la letra con sangre entra” hay muchos matices. Un grupo de expertos pedagogos exponen sus opiniones sobre el esfuerzo, la disciplina y la motivación.

Enrique Gervilla Castillo, Catedrático de la Universidad de Granada

Escribe “El esfuerzo se presenta siempre como sacrificio, privación o renuncia de algo -en sí nada agradable- que se hace para conseguir algún fin valioso. Sin finalidad valiosa el esfuerzo es sólo tensión, lucha ciega e irreflexiva, desgaste inútil de energías. Es, pues, siempre un medio para conseguir algo previamente propuesto. Y, como todo medio, su función es utilitaria, cuya única atención es dirigir nuestra atención al fin, unir la intención con la ejecución, sólo válido en la medida que nos acerca al fin deseado (intención + esfuerzo = consecución). Así lo entendió Aristóteles al afirmar, al comienzo de su “Ética a Nicómaco”, que «hay un fin de nuestros actos que queremos por sí mismo, mientras que los demás fines no los buscamos sino en orden al fin deseado por sí mismo». Continúa el profesor Gervilla que: “Tradicionalmente al esfuerzo se le ha denominado fortaleza, pues su posesión nos hace vencer las dificultades y superar los obstáculos que se oponen al bien obrar. Se trata de un conflicto de bienes circunstanciales, frecuentemente en abierta oposición entre la razón y la decisión, en cuya lucha siempre uno es el vencedor. La vida de todo ser humano es, así, una batalla entre placer y deber, entre lo que vale y lo que más vale, de la cual no es posible huir, sino triunfar o perecer, vencer o ser vencido. De aquí que, hoy la necesidad del esfuerzo se presente con una urgencia especial, para lograr el triunfo de los valores superiores, dada la situación de comodidad bastante generalizada”.

M. Fernández Enguita catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca

«El que no trabaja no come. Es un lema universal que han suscrito personas tan distintas como san Agustín y Lenin. Nuestra sociedad no vive del aire, ni del maná, sino del trabajo y del ahorro». La escuela, afirma, «puede y debe encargarse de sembrar esta idea”. Pero advierte que lo anterior «no tiene nada que ver con los métodos de evaluación tradicionales, y aquí es donde resulta más difícil ponerse de acuerdo. El esfuerzo se asume y se aprende, sobre todo, cuando la tarea tiene sentido». El profesor Enguita no cree que una «pedagogía del esfuerzo» dependa del número ni de la frecuencia de los exámenes sino «del sentido del trabajo y del ejemplo de los profesores», añade. A su juicio, «vincular la pedagogía del esfuerzo a la selectividad, que es lo que hacen quienes cifran el problema en si hay más o menos exámenes, más o menos repeticiones, o si éstas tienen lugar al cabo del curso o del ciclo, es otra cuestión. En realidad es tanto como decir: los que no llegan hasta el final en esta carrera es simplemente porque no se esfuerzan, y ahora llegan demasiados a pesar de no haberlo hecho. A la clase media y alta le gusta pensar que está ahí porque se lo ha ganado y sólo por ello, pero eso tiene poco que ver con la realidad», explica. «Hablando de esfuerzo, la cuestión es que también se esfuercen el centro y el profesor, dedicando más recursos y tiempo a los alumnos que lo necesiten. Entonces, y sólo entonces, podrán exigir que su esfuerzo sea correspondido».

Javier Elzo, Catedrático Emérito de Sociología de la Universidad de Deusto

“En muchos adolescentes españoles existe un hiato, una disociación entre los valores finalistas y los valores instrumentales. Los adolescentes españoles de finales de los 90 invierten afectiva y racionalmente en valores finalistas, tales como el pacifismo, tolerancia, ecología, etc., y sin embargo presentan grandes fallos en valores instrumentales sin los cuales es imposible su consecución. Me refiero a los deficits que los jóvenes presentan en valores tales como el esfuerzo, la autorresponsabilidad, la abnegación, el trabajo bien hecho, etc. La falta de articulación entre valores finalistas e instrumentales está poniendo de manifiesto la contradicción de muchos adolescentes y jóvenes para mantener una coherencia entre el discurso y la práctica allí donde sea necesario el esfuerzo sin utilidad inmediata”

Fernando G. Lucini maestro y pedagogo

«El esfuerzo es un valor en crisis», experto en educación en valores. Pero aumentar el número de exámenes «es un camino inútil, un alumno no se esforzará más por eso, porque el esfuerzo depende de la motivación y de la confianza o esperanza en el futuro». Lamenta que la juventud «está perdiendo la capacidad de soñar en horizontes que merezcan la pena, inmersos en el materialismo y la mediocridad cultural». En nada ayudan, añade, programas televisivos que venden éxito fácil. La escuela reproduce modelos sociales y se están sobrevalorando la eficacia y la rentabilidad, que en las aulas se traduce en cantidad de contenidos mientras se pierde la motivación por el aprendizaje. Influyen en ello las formas de enseñar, dice, pero tampoco ayuda el poco reconocimiento que las familias otorgan al profesorado. «Les interesa si el niño va bien en matemáticas, pero no si el maestro cultiva en el crío su inteligencia emocional». «Hay que educar en el esfuerzo, sí, pero hay que saber cómo», concluye.

Florencio Luengo, pedagogo y coordinador general del proyecto de escuelas democráticas Atlántida

«No hay ninguna teoría del aprendizaje que no relacione el esfuerzo y su influencia en el nivel de éxito o fracaso del alumnado, pero tampoco es el elemento único y determinante». Luengo cree que, para fomentar el esfuerzo, hay que conjugar tres variables. Primero, «resistirse al modelo de éxito fácil que a diario preconizan campañas mediáticas, combatirlo en casa y en la escuela». Segundo: «Hay que cuestionar el modelo de enseñanza que trata de instruir de forma homogénea a un alumnado muy diverso. Conviene acercarse al aprendizaje que facilita tareas prácticas, de cierto éxito, para ir después aumentando su complejidad». Y, por último, considera que «la familia debe actualizar su formación, con apoyos, en el tratamiento de etapas como la infancia y la adolescencia para superar modelos excesivamente permisivos y excesivamente rigurosos o punitivos», concluye.

César Coll, catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Barcelona

«Sin esfuerzo no hay aprendizaje, pero el esfuerzo no es gratuito, el esfuerzo no es una condición sino el resultado de un proceso en el que interviene la motivación del alumno. Se esforzará si piensa que vale la pena, por tanto, es un problema que se traslada a los profesores, a la familia y al sistema educativo». Los alumnos, opina, deben darle sentido a lo que aprenden. Siempre ha habido profesores magníficos que han conseguido eso, pero también hay que tener en cuenta, dice, que a todos los alumnos no les sirve la misma receta. «Hay también un problema de cultura», resume: «No se puede estar lanzando mensajes del tipo ‘aprenda inglés en cuatro días y sin esfuerzo». En contra de lo que se oye a veces, Coll cree que la escuela es «de los pocos sitios donde se cultiva todavía esa cultura del esfuerzo. Ahí sí, y no en los discursos políticos. Hay motivo de preocupación, sí, pero quizá en la escuela se intenta que la distancia entre lo que se predica y lo que se hace sea más corta».

Senador Pallero, orientador educativo, experto en pedagogía del esfuerzo

«A los chicos les damos más de lo que necesitan y así les adormecemos su voluntad y su garra, pero por otro lado, dice, no valoramos el trabajo que hacen a diario y así nos encontramos con que se abandonan y lo dejan para el final. En resumen ,trabajar el esfuerzo requiere una gran tarea diaria para el profesor: debe Valorar el trabajo diario en clase, concretar contenidos, planificar, acordar con el resto del profesorado sobre lo que pueden y tienen que hacer los alumnos, adaptar la enseñanza a lo que son los chicos y no a lo que querríamos que fueran, valorar el hacer más que el recordar, potenciar el trabajo cooperativo y desarrollar hábitos de convivencia podría ayudar a que se desarrollen sus voluntades.

Carmen Morán, periodista

Escribió hace años : Se dice que en la escuela se ha perdido el valor del esfuerzo. Y a menudo se achaca a la falta de exámenes. Los expertos coinciden, sin embargo, en que es necesario que el alumno esté interesado por lo que estudia y cómo lo estudia. La motivación requiere entrever un futuro que merezca la pena. La palabra esfuerzo aparece en todas las leyes de educación al menos una quincena de veces. Se habla del esfuerzo personal del alumno «que no debe ser ignorado», y el esfuerzo «compartido» de toda la comunidad educativa para «lograr una educación de calidad». En el nuevo «proyecto de ley» se califica como un «presupuesto inexcusable de cualquier tarea de aprendizaje» y como una «garantía del progreso personal». De no ser así, advierten, los adolescentes se «sumergirán en un espejismo» que traerá un elevado «coste personal y social».

En algunas encuestas los alumnos admiten que no se esfuerzan lo suficiente. Pero también se preguntarán si los que les piden ese esfuerzo son los mismos políticos que dejaron prácticamente vacío el hemiciclo el día que se debatían las enmiendas a la última ley de educación.

Esfuerzo. Esta palabra, aparentemente sin esquinas, encierra más de un ángulo en el mundo educativo. Todo el mundo sabe que cualquier logro requiere, al menos, un esfuerzo, pero si esta palabra aparece en determinados contextos algunos rememoran tiempos peores; otros, sin embargo, lamentan su pérdida.

¿Cómo se fomenta el esfuerzo en la familia?

Desde la cuna.

  • Con sonrisas y risas ante cualquier esfuerzo que haga el bebé, buscar el chupete, alzar los brazos, destaparse, darse la vuelta…todo requiere palabras de elogio. “Bravo lo has conseguido”, “muy bien sigue intentándolo” , “la próxima vez ya alcanzas…”

Mucho antes de ir al colegio, cuando el niño empieza a gatear.

  • Juegue al escondite por el pasillo, consiga que el bebé le busque y le encuentre y festeje su hazaña con abrazos y besos, máxime si ha recorrido todo el pasillo.
  • Déle pequeños trabajos a realizar, desde poner orden en su cuna, a mover las sillas de su cuarto. Y siempre y a cada logro, festeje al bebé.

Cuando empieza a ir al colegio

  • Ande un poquito antes de llegar, bájese en la parada anterior. Siempre a la entrada que está el niño mas despierto y menos cansado, nunca a la salida. Se trata de que no le dé pereza andar un poquito más de lo necesario.
  • A la vuelta del colegio y si el niño tiene entre 3y 6 años propóngale un juego para construir, para conseguir equilibrio en las piezas, para andar sin torcerse solo por los adoquines blancos, cruce por el paso de cebra saltando de blanco en blanco.

Se trata de hacer cosas difíciles por juego, como diversión.

  • Póngale deberes en casa fáciles y divertidos: ayudar a poner la mesa, a regar las plantas, a ordenar el salón. Se trata de fomentar el “tengo que”, desde muy corta edad.

Un cuento sencillo

Anthony de Mello narra en su libro «El canto del pájaro», muy acorde con la formación del ser humano autónomo y libre:
“ Estaba el filósofo Diógenes cenando lentejas cuando le vio el filósofo Aristipo, que vivía confortablemente a base de adular al rey. Y le dijo Aristipo:
– «Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura de lentejas».
A lo que Diógenes le replicó:
– «Si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey».

Citas sobre el esfuerzo

Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa. Mahatma Gandhi (1869-1948) Político y pensador indio.

  • Haz lo necesario para lograr tu más ardiente deseo, y acabarás lográndolo.
    Ludwig van Beethoven (1770-1827) Compositor y músico alemán.
  • Quien no lo ha dado todo no ha dado nada.
    Helenio Herrera (1910-1997) Entrenador de fútbol franco-argentino.
  • El secreto de mi felicidad está en no esforzarse por el placer, sino en encontrar el placer en el esfuerzo.
    André Gide (1859-1951) Escritor francés
  • Un discípulo de quien jamás se pide nada que no pueda hacer, nunca hace todo lo que puede.
    John Stuart Mill (1806-1873) Filósofo y economista inglés.
  • Cualquier esfuerzo resulta ligero con el hábito.
    Tito Livio (59 AC-64 AC) Historiador romano.
  • Jamás el esfuerzo desayuda a la fortuna.
    Fernando de Rojas (1465-1541) Escritor español autor de La Celestina.

Bibliografía

  • Fisiologia Del Esfuerzo Y Del Deporte
    Jack H. Wilmore
    Paidotribo, 2007

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