Marcar los límites
Su hijo adolescente necesita saber a qué atenerse. Marque con él los nuevos límites y también las normas que acompañaran estos límites, es decir los premios por cumplir y los castigos por quebrantarlos. No imponga muchos límites, tan solo los necesarios para que la salud del adolescente no sufra. Se entiende la salud global, en cuerpo y en espíritu.
Para los padres el ejemplo del “código de circulación” es eficaz a la hora de plantear los límites junto al adolescente sobre las normas de conducta en casa. “Podemos discutir si la señal de prohibido aparcar se pone a cuatro o a cinco metros de la esquina…pero no el hecho de que está prohibido aparcar en la esquina, porque impide la visibilidad y favorece los accidentes; podemos discutir si debes volver a las doce o a las tres pero…).
Errores más frecuentes de los padres
- Antes de sentarse a negociar con sus hijos es preciso tener mentalmente claras y discutidas entre los dos padres los límites y las razones de los límites, los castigos y los premios. Sólo después podemos negociar las normas a seguir con los hijos, pero nunca debemos dejar que sean los adolescentes quienes marquen los límites.
- Pensar que posponer una discusión es resolver un conflicto. No hay que ceder sobre el límite pensado por evitar males mayores –un enfado, o una discusión larguísima y agotadora- pensando que ya se le pasará el enfado al adolescente con el tiempo. No se le pasará. Es mejor delimitar a tiempo y con tiempo. Sin cesiones.
- Los padres durante la adolescencia seguimos siendo padres. Debemos dejarles que desarrollen sus propias estrategias, que resuelvan sus problemas y conflictos. Pero siempre debemos estar ahí, en un segundo plano, pero muy presentes.
- El problema de convivencia familiar en la etapa adolescente, a veces, no es un problema adolescente, es un problema de la relación de los padres entre sí: María Jesús Álava, en su libro “El No también ayuda a crecer” (La Esfera de los Libros, 2002), relata el caso de una adolescente, Conchita, cuyos padres acudieron a la consulta de la psicóloga en busca de una solución para los problemas de convivencia y de deterioro de las relaciones familiares creados por la actitud de la niña. Al cabo de unos años, cuando Conchita acababa de terminar su carrera universitaria, la joven volvió a su consulta porque quería orientación en los inicios de su carrera profesional. Sus padres se habían separado hacía tres años, la joven pensaba que era lo mejor que pudieron hacer.
Existen dos métodos buenos para evitar discusiones con los adolescentes
Método “esponja”
Absorber las palabras. Utilice frases o palabras, como por ejemplo, “Ajá” o “Continúa,” “ya”, que le ayudan a mantener la conversación sin crear argumentos y sin ignorar los sentimientos de sus hijos.
Por ejemplo:
- Adolescente: “No entiendo por qué debo venir antes de medianoche.”
- Padre: “Ya. “¿Hay algo más que me quieras preguntar?”
Método rebote
Si la situación se intensifica, manténgase concentrado en el problema que están discutiendo, desviando los comentarios de su hijo y repitiendo la regla de comportamiento que su hijo necesita seguir. La repetición es fórmula de aprendizaje.
Por ejemplo:
- Adolescente: “Todo el mundo se va a quedar hasta la medianoche.
- Padre: “No importa, siempre tu hora de regresar a casa son las once y media.”