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No quiere salir de casa porque es fea

Una madre nos pregunta ¿qué puedo hacer por mi hija que tiene 12 años y no quiere salir de casa porque es muy fea?

Gracias por la pregunta. Es un tema candente. Nos permite adentrarnos en dos de los mas serios problemas de la vida social: la mirada ajena, su abrumador peso. Y el concepto de belleza.
Sobre la tiranía de la mirada ajena, de entrada hay una evidencia: si tu y tu hija vivieseis en una isla desierta, ella saldría de casa a todas horas –no a la calle, a la naturaleza- y se sentiría feliz si no siempre, si muchos ratos. Son los otros, sus miradas, los que hacen esconderse al que se siente diferente. Sobre este tema: el “que dirán” y la isla desierta, volveremos en mas ocasiones.
En cuanto al concepto de belleza que también tiraniza hoy, hay un atisbo de luz creciente en el hecho de comenzarse a ampliar: incluye mas colores y mas edades. En todas las edades sobre la belleza y sobre la fealdad hay una buena diferencia entre “ser” y “encontrarse” y esta diferencia se exagera durante la adolescencia.
Puede que tu hija no sea agraciada, o puede que su cara y cuerpo sean deformes por una enfermedad, quemadura o accidente.
En cualquier caso, para salir de casa tu hija necesita trabajar dos campos. Uno, su autoconfianza, tiene que encontrarse genial en su piel, vale no es guapa, pero siempre puede ser simpática, atractiva, inteligente, culta, generosa y sobre todo buena; hay múltiples aspectos de su personalidad que están en su mano, sobre los que puede y debe trabajar. En el desarrollo de la autoconfianza de nuestros hijos, los padres sí tenemos mucho que hacer y que omitir.
Y dos, aprender a minimizar el peso de la mirada ajena. Tener resiliencia. Acordarse del refranero español : “ande yo caliente, y ríase la gente”, o, “la cara mas fea, la alegría la hermosea”. Al salir de casa con su hija, recuerde: si no nos conocen ¿qué mas te da? Y si nos conocen, nos querrán: porque eres valiente y eres genial.
Hay enfermedades graves, quemaduras y accidentes de tráfico que desfiguran el rostro. Hay vidas quebradas frente al espejo, más mujeres que hombres, injustamente. Inútilmente.
La cirugía reparadora puede hacer mucho. Pero somos los transeúntes de todas las calles públicas los que tenemos que aprender a modificar nuestra mirada, de forma que nadie nunca mas prefiera vivir en una isla desierta.

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