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Aprovechar el tiempo de verano

agosto 4, 2008. Sin comentarios

Tener un hijo con problemas es compatible con que el tiempo corra de modo semejante como corre para el resto de las otras familias. Y digo semejante, y no igual, porque para quien tiene problemas, el tiempo corre a trancas. Unas veces muy deprisa, y no da tiempo de nada, otras con una lentitud exasperante y los días se hacen interminables. Pero al fin, para todos llega el verano.

“¿Y ahora qué vamos a hacer?”. Esta es, entre los jóvenes, la pregunta mas frecuente en verano. Y también en invierno. Terror al vacío. Pero aquí y hoy no vamos a dar ideas sobre cómo gastar el tiempo extra que el verano ofrece. Sino ideas sobre cómo aprovecharlo bien.

Aprovechar es lo contrario a dilapidar. Y el tiempo es el único bien que en verdad tenemos contado. Así pues aquilatemos ese tiempo adicional que el verano regala.

En primer lugar para disfrutar juntos. En familia. Todos. El problemático también. Unidos por el gozo de un buen aire, un paisaje, un mar compartidos. Hacer juntos una excursión por la montaña, hacer cumbre con los hijos, tumbarse al sol en la misma pradera, bañarse al anochecer, ver juntos una buena película, son experiencias que aúnan el espíritu. Reconcilian y reconfortan.

En segundo lugar encontremos tiempo para disfrutar de la intimidad. Con nuestro amor y con cada uno de los miembros de la familia. Por separado. También con quien nos quita el sueño. Solo se puede abrir el corazón hablando de persona a persona. Mirándose a los ojos. Sin mas testigos ni prisas. Dos es el número máximo que la intimidad permite invitar. Procuremos esos momentos de soledad compartida.

En tercer lugar para encontrarse uno consigo mismo. Es, quizá, el encuentro mas difícil, pues a menudo nos autoescondemos, por miedo o por pereza. Miedo a hacer un balance vital, a examinar la cuenta de resultados, a analizar los empeños perseguidos y perdidos. Pereza por descubrir los deseos profundos, los planes marchitos, el suspiro escondido en el fondo del almario.

Ya saben, contra pereza: diligencia. Arriba. En pie. Si físicamente el verano debe servir para recobrar fuerzas a base de hacer ejercicios repetidos. Espiritualmente también. ¿Dónde encontrar la energía para empezar a realizar estos ejercicios? En la oración, en la meditación, en la contemplación, en la lectura de poesía. En la música. En el uso y disfrute del silencio y de la soledad. En la conversación íntima.

“No tengáis miedo”, este consejo divino, repetido por Jesús en muy diferentes ocasiones, es preciso recordarlo y aplicarlo a nuestra vida cotidiana veraniega. A nuestro esfuerzo por renovar la energía interna. Una vez recargados, ¿quién nos podrá parar?.

Problemas de lenguaje con 28 meses

junio 9, 2008. Sin comentarios

Nos escribe Pedro , papá de un niño de 28 meses: «Me gustaría haceros una consulta sobre nuestro hijo. Tiene 2 años y cuatro meses y todavía no habla bien. Su vocabulario se limita al nombre de algunos animales, frutas, algunos colores, y poco mas. Incluso a nosotros nos llama tatá a los dos. Muy pocas veces me ha dicho papá y nunca mamá. Sin embargo, lo comprende todo y obedece todo lo que le decimos (coge el vaso, busca a mamá, recoge los juguetes, …)
No se si es para preocuparse y consultar con algún especialista…Por lo demás su desarrollo físico es completamente normal. Supera en tamaño todos los percentiles y es muy extrovertido y alegre.
Y le contestamos: Hola Pedro, gracias por contactar con la Fundación Belén. En principio lo que nos cuentas sobre tu hijo no parece preocupante en cuanto el niño muestra comprender perfectamente, obedecer y decir algunas palabras. Los niños empiezan a hablar cada cual cuando quiere. Hasta los tres años -si el niño oye bien, entiende, responde y está alegre -no hay razón para inquietarse porque hable poco y mal, sí es preciso estar sobre aviso; y por tu correo se deduce que estás muy atento a todo lo relacionado con el desarrollo de tu hijo.
Una pregunta: ¿le hablas mucho a tu bebé?. Porque lo que debe entender y percibir con claridad tu hijo es que la comunicación es una fuente de gozo para los dos, para tí y para él. Que comunicarse es relacionarse en dos direcciones.
Es decir nuestra sugerencia es que aproveches para comunicarte con tu hijo todo el tiempo que estés con él. Bañarse y hablar, jugar y hablar, comer y hablar. Continuamente. Hasta cuando vas con él en coche o andando por la calle: «mira este camión¡; ¿ves esta farola?; uy, que perro mas mono¡; ahora vamos a ir a comprar; ¿te gusta subirte al carrito del super?».
Hablar con él personalmente, preguntarle con atención, fando tiempo a la respuesta, comentarle – como si fuese mayor, como si entendiera todo- si son cinco horas al día, mejor que dos; si es una, mejor que media.
El tema, hoy en día, es que los padres (y las madres) trabajamos tanto, que tenemos poco tiempo para jugar y hablar con nuestros hijos y la conversación familiar es una de las maravillas que se quebranta.
Quizá este retraso de tu niño en el habla lo puedas convertir en fuente de intimidad y lo que hoy te parece una preocupación, el día de mañana lo entiendas como la gran oportunidad que te dió para lograr una sólida comunicación padre/hijo. Algo muy fundamental cuando tenga 16 años…

Frustración y resiliencia

mayo 19, 2008. Sin comentarios

Mi hija, de 12 años recién cumplidos siempre ha tenido un carácter fuerte, pese a ser, una niña muy vergonzosa. Cuando era pequeña y quería algo, si no lo conseguía lloraba escandalosamente, se tiraba al suelo o se pegaba en la cabeza. Pero la situación no ha cambiado mucho, no aguanta las frustraciones y reacciona de una manera infantil para su edad: chilla, a veces se tira al suelo, patalea e insulta. La verdad es que por otra parte, es una niña estupenda, es noble, solidaria, lo que se llama buena persona. Pero cuando se la contradice en algo o se la obliga a algo reacciona de la manera que antes os he indicado. La profesora también ha hablado conmigo para decirme que su comportamiento deja mucho que desear. Casi siempre está castigada por comportarse mal. Sus notas a pesar de su comportamiento son buenas, notable de media, aunque parece que ahora se está durmiendo un poco en los laureles. No consigo nada ni con los castigos ni con el diálogo y no sé qué puedo hacer…

Querida amiga, una vez mas gracias por contactar con la Fundación Belén. tu hija comienza la adolescencia y según nos cuentas, debe aprender urgentemente:

  1. a dominar su mal genio
  2. a soportar la frustración o dicho en positivo a atesorar “resiliencia” y
  3. a contruirse una personalidad propia, a soñarse, a plantearse un proyecto de vida ilusionante para el futuro.

Para ayudarle en este triple aprendizaje, es bueno ponerse de acuerdo con los profesores, en especial su tutor a tutora de su centro escolar, para de común acuerdo establecer unas pautas de conducta.

Con respecto al primer punto, a su mal genio es preciso que NO obtenga ninguna ventaja de sus lloros o pataletas. Olvídela mientras muestre semejante conducta. Es la primera norma, que perciba la inutilidad de su mal comportamiento. Nada de castigos, el peor castigo es no hacerle caso. Porque es justo lo que desea: llamar la atención. Y cuando se le pase el berrinche, entonces háblale suave y convincente: “¿qué pensarías tú de una niña de 12 años que se echa a llorar y a gritar para obtener…? Yo pienso que es una mal criada. ¿Y tú? ¿si fuese tu hija que harías?” Escúchela con atención.

Desde la Fundación Belén recomendamos siempre a los padres durante la adolescencia, buscar unos minutos al día para tener con ella una conversación seria. Empiece a hablar a su hija como si fuese mayor, porque en cierto modo lo es, o comienza a serlo. Para los cambios de actitud que su hija necesita, su padre y Ud deben aprovechar los aspectos mas positivos de su carácter: su buen corazón y su deseo de aprender (puesto que saca buenas notas). Estos días por ejemplo muéstrale imágenes impactantes de las tragedias que han asolado Birmania y China. Y pregúntele en serio: “¿a ti que te parece? ¿Cómo podríamos ayudar?”. Es importante que su hija perciba su interés en sus respuestas, y que sea consciente de su situación cómoda, instalada, educada, querida. Es importante que perciba la necesidad de DAR, a su familia y a la sociedad, no solo de recibir.

Con respecto al segundo aprendizaje, y sobre la educación de la resiliencia aquí está un breve texto muy ilustrativo.

“Resiliencia es la capacidad de una persona, no sólo de soportar frustraciones, crisis y adversidades, sino de poder recobrarse y salir fortalecido de estas situaciones.

Originalmente, el término resiliencia pertenecía sólo a la física, y expresaba la capacidad de algunos materiales para recobrar su forma original después de ser sometidos a una presión deformadora. Desde hace unos años, sin embargo, este término fue adoptado por las ciencias sociales y en particular por la psicología. ¿Cómo lo entiende específicamente la educación? ¿Qué importancia tiene este concepto en la educación familiar y en el aula? Toda, porque se ha demostrado que el principal elemento constructor de resiliencia para cada niño, es una relación de confianza —aunque sea con un solo adulto, ya sea dentro de la familia o fuera, en la escuela— que le transmita: «tú me importas, tú puedes, tú eres”, de tal forma que el niño pueda creer:

“Yo tengo en mi entorno social personas alrededor en quienes confío y que me quieren incondicionalmente. Personas que me ponen límites para que aprenda a evitar los peligros. Personas que me muestran por medio de su conducta la manera correcta de proceder. Personas que quieren que aprenda a desenvolverme solo. Personas que me ayudan cuando estoy enfermo o en peligro, o cuando necesito aprender”.

“Yo soy alguien por quien los otros sienten aprecio y cariño. Yo soy feliz cuando hago algo bueno para los demás y les demuestro mi afecto. Yo soy respetuoso de mí mismo y del prójimo. Yo estoy dispuesto a responsabilizarme de mis actos. Yo estoy seguro de que todo saldrá bien”.

“Yo puedo hablar sobre cosas que me asustan o me inquietan. Yo puedo buscar la manera de resolver mis problemas. Yo puedo controlarme cuando tengo ganas de hacer algo peligroso o que no está bien. Yo puedo buscar el momento apropiado para hablar con alguien o actuar. Yo puedo encontrar a alguien que me ayude cuando lo necesito”.

Este primer pilar de la resiliencia, el amor y el reconocimiento del adulto que produce en el niño autoestima, está en la base del desarrollo de todos los otros: creatividad, independencia, introspección, iniciativa, capacidad de relacionarse, humor y moralidad”.

Y sobre el tercer aprendizaje pendiente: iniciar su propia personalidad, debe hacer saber a su hija que cada uno desde niño es responsable de su vida, y de su propia felicidad. Que ha llegado el momento de comenzar la aventura de su vida adulta. Que debe soñarse quien quiere llegar a ser. Y proponerse un proyecto ilusionante de vida.

Esperamos que estas notas puedan ser de su interés, quedando como siempre a su entera disposición para ampliar mas información sobre la educación adolescente, reciba un muy cordial saludo de la Fundación Belén

Cansancio y felicidad en las madres

mayo 7, 2008. Sin comentarios

“¡Estoy tan cansada¡” Este es el mensaje subliminal que nos envían muchas madres mientras hablan de los problemas de sus hijos cuando tiene 18-20-25 años…Que si estudia, que si no estudia, que si tiene novia, que si no tiene novia, que si trabaja, que…Entonces les decimos:
Ahora te tienes que ocupar de tí misma. De tus gustos y aficiones, de tus deseos y esperanzas. Y descansar. Ahora, tienes que dejar que tu hijo decida su propia vida y elija ¡quien quiere ser¡. Tu le has ayudado muchísimo. Hasta aquí. Ahora tiene que ser él quien tome las riendas de su propio destino. Hay muchas formas de trabajar y de ganarse la vida, en muchos casos no es absolutamente preciso el tener un diploma universitario, si lo consigue perfecto, pero lo interesante y fundamental en la vida para trabajar, para vivir, es tener fe en uno mismo (para lo cual es preciso que los demás tengan fe en ese uno), tener un proyecto vital y voluntad de realizarlo.
Nuestra recomendación como madres hoy a esa madre que se queja sin quejarse de cansancio, es: descansa, no te culpabilices de nada, ni de los aciertos ni de los errores de tu hijo. Ni de su salud. Ni de su enfermedad. La realidad es como es, no como nosotros la quisiéramos pintar. A los 20 años tu hijo solo necesita de tí que le digas a diario: ¡bien hecho¡, bravo¡, adelante¡, tu puedes conseguirlo¡…Estar mas que su lado, detrás, y respaldarle en sus empeños y consecuciones. Por simples que sean. Y por supuesto tu hijo necesita verte feliz. Este es un tema muy importante que a muchas madres en el desempeño de su papel de madres se les olvida. Hay que ser feliz para distribuir felicidad, para contagiar felicidad.
Y ser feliz no es nada fácil, es “el imposible necesario” como definía la felicidad Julián Marías.
Pero hay que buscar para encontrar.

Mentiras en la adolescencia

mayo 5, 2008. 3 comentarios

Ha escrito al Taller de Padres de la Fundación Belén A.B. madre de un chico de 20 años, el mayor de cinco hermanos, quien les ha estado mintiendo repetidamente durante año y medio, sobre sus notas y éxitos en sus estudios universitarios. Los padres se acaban de enterar que el joven ni siquiera se había matriculado.

¿Qué hacen? se preguntan desolados los padres

¿Pensáis que entre todos les podemos ayudar a encontrar una solución?

Algunas ideas por delante:

La adolescencia (del latín adolescere: desarollarse), no sólo es una fase en el desarrollo psíquico del individuo hacia una supuesta madurez, sino también una transformación en algo nuevo que conserva en sí algo de lo antiguo: nunca desaparece del todo la infancia, como nunca se accede a una madurez absoluta.

El ingreso en el mundo adulto exige una serie de cambios, de maduraciones en todos los niveles del ser, que desembocan en actitudes y comportamientos de madurez. La mentira puede ser la tapadera de una inmadurez.

El adolescente en medio de su desorientación y conflictos persigue objetivos íntimamente relacionados entre sí:

  • Conquista de madurez entendida como personalidad responsable.
  • Logro de la independencia emocional y económica.
  • Realización de su proyecto vital querer ser, en definitiva, persona.

Hay diversos tipos de inmadurez.

  • La inmadurez del niño es la de la persona que, sin valerse de sí misma, no percibe esta situación como problemática.
  • La inmadurez del adolescente es la de quien no sabiendo valerse por sí mismo, experimenta el deseo de hacerlo, y al intentar conseguirlo pone en marcha capacidades nuevas, es decir, inmaduras.
  • La inmadurez del adulto normalmente no es debida a una falta de experiencia ante situaciones nuevas, sino a una ausencia de esfuerzo.

Los ejemplos de mentiras durante la primera adolescencia (12-16 años) son frecuentes: «Papá, me han castigado en el colegio, pero yo no he hecho nada, ha sido Javier, quien ha roto una ventana de la clase con una piedra. Yo no he sido, te lo prometo». Y el padre se lo cree hasta que descubre que el autor fue Javier y que le estaba mintiendo. Las mentiras ocasionales no tienen por qué ser una preocupación, pero debemos estar alerta si se convierten en un hábito. En ese caso puede ser que nuestro hijo tenga baja autoestima e inseguridad.

En el inicio de la juventud, 17-20 años, son mas infrecuentes. Por eso lo primero que es preciso conocer es la causa de la mentira. ¿Falta de valor? ¿Inseguridad? ¿Pretensión?

¿Cuántas veces nos ha mentido nuestro hijo?. A veces de forma inocente y otras veces con premeditación, los niños y los adolescentes mienten. Cuando acusamos a un niño: «eres un mentiroso», debemos ser cautos. Porque mentir es no decir la verdad deliberadamente, con ganas de engañar, y si nuestro hijo miente no siempre lo hace con esa mala intención.

Los niños pequeños (3 a 6 años) suelen confundir la realidad con la fantasía. Por eso, cuando juegan crean un mundo casi tan real como la vida; les gusta hacer cuentos e inventar historias. En esta edad es cuando nuestro hijo nos hace cómplices de sus juegos mentirosos, pretende que participemos de su mundo, de su realidad : “hacemos como que era de noche y llovía y esto era una isla…”. Los niños crean un mundo irreal, pero su intención es totalmente inocente, no mienten con malicia.

Cuando nuestros hijos empiezan a tener mayor conciencia de la realidad (a partir de los 6 años) y se dan cuenta de que, a veces, alterando la verdad pueden conseguir ciertos beneficios, empiezan a moldear la realidad para obtener cosas, empiezan a intentar engañarnos y es ahí donde la mentira empieza a ser un peligro.

A medida que el niño va creciendo, es más fácil que recurra a mentiras interesadas (por ejemplo, para evitar responsabilidades por sus acciones). En estos casos, debemos hablar con nuestro hijo y explicarle la importancia y los beneficios de la verdad, la honradez y la confianza.

Al llegar a la adolescencia nuestros hijos descubren que las mentiras pueden considerarse aceptables en algunas situaciones, mienten para proteger su privacidad o para sentirse más libres e independientes.

¿Por qué miente mi hijo?, según Elisenda Canals Solla, Psicóloga clínica, si nuestro hijo es pequeño, es probable que sus mentiras sean parte de un juego, pura fantasía; este recurso desaparecerá a medida que vaya madurando.

Durante la adolescencia, empieza a mentir por otros motivos:

  • Exigencia: cuando exigimos y esperamos mucho de nuestros hijos, pueden mentirnos para no defraudar nuestras expectativas.
  • Imitación: nuestros hijos suelen adoptar el modelo que observan en casa así que, si observan que sus padres mienten, lo considerarán algo normal y habitual.
  • Miedo: mentir suele ser la mejor manera de evitar un castigo o una reprimenda. Sobre todo cuando nuestros hijos saben de antemano que esa va a ser nuestra actuación. Es la causa más frecuente de las mentiras de los hijos.
  • Atención: mentir para llamar la atención. Los que lo hacen por este motivo suelen relatar historias con gran entusiasmo, ya que así reciben mucha atención mientras cuentan la mentira. Les sirve para reforzar falsamente su autoestima.
  • Problemas: algunos adolescentes mienten frecuentemente para ocultar otros problemas más serios, como pueden ser: el sexo, las drogas, el alcohol o el juego. Generalmente, ocultarán dónde han estado, con quién, qué estaban haciendo o en qué se gastaron el dinero.
  • Nerviosismo: la mentira es una manera de responder a la ansiedad que padece. Oculta un problema «maquillándolo» con otro.
  • Creencia: cuando el adolescente se cree sus propias mentiras e intenta convencer también a los demás de que son verdad, puede ser un problema psicológico serio que merece atención especializada.

Nuestros hijos utilizan las mentiras como arma defensiva y a nosotros deben servirnos para detectar posibles problemas que ellos no pueden resolver por si mismos. Podemos entender que las mentiras son peculiares llamadas de auxilio que nuestros hijos nos envían «a su manera».

¿Cómo debemos comportarnos ante las mentiras de nuestro hijo? :

  • Primero: determinar por qué miente.
  • Segundo: favorecer la comunicación familiar. Procurar que se sienta cómodo expresando lo que siente, independientemente de lo que diga, y que sea capaz de responsabilizarse libremente de sus actos.
  • Tercero: demostrarle que nuestro cariño por él es independiente de sus opiniones o actos.
  • Cuarto: ser nosotros mismos modelos claros de responsabilidad y sinceridad. No podemos decir nosotros «mentiras piadosas» o prometer cosas que no vamos a cumplir y exigir veracidad al adolescente.
  • Quinto: presentar “la verdad” como un bien a conquistar y proteger. Como una aventura vital el perseguirla. Cómo una fórmula de conseguir la libertad: “La verdad te hará libre”, decía San Pablo. Inculcándole el valor de la honestidad.

Más consejos:

  • No ridiculizarle ni exagerar nuestra reacción ante una mentira. En cualquier caso, hablar con él en privado.
  • Ser pacientes pero a la vez firmes con nuestros hijos. No ser demasiados estrictos en cosas que no son realmente importantes y explicar claramente el motivo de nuestras prohibiciones. La comprensión de las normas le facilitará el cumplimiento de las mismas y le permitirá valorar las consecuencias de su desobediencia.
  • Cuando nuestro hijo cuente la verdad, debemos felicitarle por su valentía y procurar, dentro de lo posible, relativizar su falta, y demostrándole que seguimos confiando en él. Es importante que nuestros hijos sientan que es mejor decir la verdad que mentir.

Recordar en las relaciones padres/adolescentes que:

  • Los adolescentes se encuentran con dos grandes fuentes de influencia social en su desarrollo: los amigos, que adquieren un papel fundamental en este periodo, y la familia (especialmente los padres). Hay investigaciones que demuestran que el adolescente que mantiene buenas relaciones con la familia, se adapta mejor socialmente.
  • En el periodo adolescente, igual que en la infancia, se necesita cariño, afecto y apoyo por parte de sus padres; así como también un mayor grado de comprensión y paciencia, ya que, esta sufriendo una serie de cambios en su forma de pensar y en su aspecto físico, que en un primer momento, no sabe como afrontar y por lo tanto necesita de la ayuda de los adultos.
  • Tanto el grupo de iguales, como los padres, se convierten en fuentes importantes para ofrecer apoyo social al adolescente. El grado de influencia que ofrece cada grupo social (padres/iguales) variará en función del tipo de relación actual, en función de la disponibilidad que presente cada uno de ellos y en función de la edad del joven. En relación a todo esto se observa que los adolescentes que perciben un gran apoyo por parte de sus padres se acercan más a ellos, mientras que los que reciben escasa ayuda por parte de su familia acuden más a los amigos buscando en ellos el apoyo que necesitan.
  • Los adolescentes tienen más dificultad para comunicarse con los adultos (en especial con la figura paterna) que con los iguales, ya que estos ofrecen mayor capacidad de comprensión y escucha; aunque esto no significa que no necesiten y deseen establecer diálogos y comunicaciones con los padres. Esta dificultad de comunicación explica el recurso a la mentira.
  • Cada fuente de influencia predomina en distintas áreas, así los padres influyen más sobre el adolescente en decisiones que afectan a su futuro como pueden ser: elecciones respecto a los estudios, posibles trabajos, cursos a seguir, cuestiones económicas o problemas escolares; mientras que hacen más caso a los iguales en opciones sobre el presente, sobre deseos y necesidades, como: las relaciones sociales, temas sexuales, diversiones, forma de vestir,… Por tanto las influencias de los padres y los iguales se complementan, siendo las influencias recibidas de los padres, poderosas y decisivas en el desarrollo del adolescente.

Unos consejos durante la adolescencia:

  • Hable mucho menos y escúchele mucho más.
  • No se sienta continuamente en la obligación de mostrar su desacuerdo.
  • Limite los sermones teóricos y los discursos sobre su propia juventud a uno por año… si le resultan indispensables.
  • Sonría mucho. Abrácele. Muestre su cariño gestualmente y con palabras.
  • Procure buscar temas de conversación que no sean demasiado conflictivos. Y no se preocupe: de éstos ya se encargará su hijo de sacarlos a debate.
  • Cuéntele sus cosas aunque él no le pregunte (Sus problemas de trabajo incluido. Entre otras cosas dígale la gran desilusión que su comportamiento mentiroso le ha ocasionado). No le dé miedo expresarle que tiene lagunas (él ya se ha dado cuenta). Muéstrese tal como es.
  • Exíjale mucho en muy pocas cosas.
  • Presente batalla sólo cuando se sienta con fuerzas de ganarla. No «se queme» cuando no sea estrictamente necesario.
  • No le responda nunca: «porque sí», ni «porque soy tu padre», ni «mientras estés en esta casa». Razone su orden, aunque él no lo acepte. Luego calle y aguante firme.
  • Conserve su estilo de vida sin imponérselo. De hecho, para su hijo siempre será un carroza.
  • Hágale preguntas pertinentes sobre el porqué de sus ideas.
  • Muéstrele sin palabras, con el ejemplo, que Ud está bastante seguro de lo que hace. Si se siente inseguro, no actúe.
  • Busque la ayuda de alguien de su confianza ajeno a la familia con “autoridad” ganada: un maestro, un sacerdote, un amigo, un compañero.
  • Facilite que la pandilla se reúna en casa, en vez de hacerlo en cualquier otro sitio. Fije sólo las condiciones mínimas de salud y ruido indispensables, haga que se cumplan y no moleste.
  • En vez de decirle «eres un mentiroso» dígale «has dicho una mentira grande».
  • No le de casi ningún dinero. Amárrelo corto por ahí. Es la forma de darle lo mejor.
  • Consiga que se enfrente a sí mismo: escribiendo un diario, expresando sus ideas por escrito, razonando una protesta, etc…
  • No le amenace con castigos que no pueda cumplir. Procure que la falta y el castigo sean proporcionados. No castigue «en caliente».
  • No le humille con insultos, castigos corporales (puede salir mal parado) o comentarios burlones.
  • Use un vocabulario directo expresando sus propios sentimientos. “Estoy dolido por tu mentira. Siento miedo al futuro. Quisiera confiar en ti de nuevo…” No se vaya por las ramas. . No grite y no permita que él grite.
  • Deje de ser ingenuo: aunque los tiempos cambian y la moral se relaja, las conversaciones, imágenes, amigos, etc. que le perjudicaban a Vd. también le perjudican a él.
  • Déle responsabilidad de verdad.
  • Si no peligra su integridad -física, mental, espiritual- déjele hacer, aunque prevea que se la va a pegar.
  • En su presencia, no culpe al colegio o a los profesores.
  • Renueve el amor hacia su cónyuge.
  • Fórmese como padre de un adolescente.
  • Ni se le ocurra pensar que todo es culpa de usted. Seguro que ha cometido errores, pero piense que él tiene su libertad.
  • Vigile la televisión, la prensa, las revistas que entran en casa. Sea muy cuidadoso en este tema, aunque tenga que oír muchas protestas.
  • Practique las siguientes frases: «pues a lo mejor tienes razón», «claro, no lo había pensado», «esto que dices es cierto», «acepto mi error». Utilícelas siempre que el tema o la situación le permita renunciar a algo no demasiado importante.
  • Destierre el deseo de quedar bien ante otros matrimonios.
  • Procure convencerse de que ya no es un niño. No se contradiga diciéndole que ya es un adulto y, en cambio, siga tratándole como a un chiquillo.
  • Cada noche haga un examen de conciencia acerca de las cosas que ha hecho con respecto a su hijo. Saque propósitos concretos.
  • Hay un tipo de rebeldía sana y constructiva: la que va en contra de la mentira, la hipocresía, lo falso, lo deshonesto y lo antinatural. Sea Vd. mismo rebelde, en este sentido.

La intervención de los padres en el periodo adolescente es decisiva, la calidad de relación que establezcan con sus hijos y el tipo de disciplina que empleen con ellos, va a modular cada uno de los logros que estos consigan favoreciendo, o entorpeciendo el desarrollo del adolescente.

Recuerde la canción “Mentiras” …dice el estribillo

“Mírame, óyeme , escúchame, atiéndeme las cosas que voy a decirte

yo quiero que siempre las guardes en ti.”….

Los padres tenemos la responsabilidad de siempre ofrecer OTRA oportunidad.

Una novela por entregas: DORMIR DE MADRE

abril 4, 2006. Sin comentarios

1. «Es muy de noche. Me levanto de puntillas y me acerco a la cuna. Duerme placidamente. Le miro complacida. Suspiro y vuelvo a la cama.
¡Mi niño¡ Había soñado que no le oía respirar. No se porqué, desde que ha cumplido cuatro meses, tengo pesadillas casi todas las noches. Ahora que él ya no se despierta hasta la madrugada, voy yo, y tengo pesadillas. Y luego me cuesta volver a dormirme. Así llevo varias noches. Dice el médico que es normal, que todas las madres primerizas tenemos miedo de todo, que somos peores que un niño chico, que en todo vemos tinieblas…»
Vuelvo a leer mi cuaderno azul esta noche en que también estoy despierta. Una mas. Ya hasta casi me gusta. Doy gracias a Dios por el insomnio, así pienso que vivo más. Releo las primeras páginas y me rio recordando aquellos años, han pasado treinta y dos.
Continuará
2. Los años no se han pasado solos. Los he vivido yo. Ahora que duermo poco me acuerdo con
dolor del tiempo perdido. ¿En qué perdido? En búsquedas imposibles. Primero buscábamos un diagnóstico que nos sacara de dudas. Que nos diera respuesta. Luego ya sin etiqueta posible, todos los médicos consultados nos decian que no habían visto a ningún niño igual. Que era un caso único, rarísimo. Viajamos de doctor en doctor. Un largo caminar en busca de la causa.
Pero todos nos hacían pasar por la misma tensión, la misma espera, sentados al borde de la silla contemplabamos como cada doctor repetía las mismas pruebas. Falta un scaner…Falta una tomografía…mejor esperar a hacerle un nuevo encegalograma…vamos a repetir el análisis…A todo esto Julio cada dia era más nuestro, más cariñoso, más inutil. Si abro el cuaderno azul por sus primeras páginas me encuentro con descripciones de su primera sonrisa. «Hemos discutido mucho hoy por saber a quien había sonreido primero. Yo decía que a mí. Fernando que a él.
Hasta que nos hemos dado cuenta que se oian lloros en el cuarto de los chicos. Hemos acudido con Julito en brazos. LLoraba muy quedo tirado de espaldas en su cama Santi. Le je llenado de besos el pelo ¿qué pasa?. Se ha vuelto con una cara muy seria y nos ha mirado con ojos muy tristes: «No quiero oiros discutir nunca más, nunca más, nunca», y mientras repetía la palabra «nunca» seguía llorando. Fernando y yo nos hemos mirado un largo rato, (¿o han sido segundos?)con sensación de culpa, no hemos dicho nada, nos hemos sentado en la cama de Santi y sin más nos hemos abrazado, en puro mogollón, los cuatro revueltos en un abrazo inmenso».
Cierro el cuaderno azul. Me bastan los años para recordar. No se puede reñir estando con un grave problema en medio. Entonces no sabía que era más preciso que nunca mantener a flote el matrimonio. Estaba empezando la batalla contra el tiempo. Era sólo el inicio. Estabamos aún buscando un diagnóstico.
(Continuará)

Esta anotación no tiene título

marzo 28, 2006. Sin comentarios

Recetas para días obscuros:
Había pensado titular este espacio mas pomposamente: “Método para superar los días malos” o “Camino para superar el sufrimiento” o “Fórmula para superar una crisis”. Pero no existe un único método, ni un único camino, ni una única fórmula para nada en la vida. Siempre –afortunadamente- son muchas las posibilidades que se nos ofrecen por delante para salir de cualquier atolladero. Por mas que nuestro ánimo no siempre las localice acertadamente.
En común los títulos pomposos tenían la palabra “superar”. Y tampoco creo que sea la palabra adecuada, porque no se trata de pasar por encima y olvidar cuanto antes, sino de aprender de la experiencia y mejorar como persona. De eso se trata el vivir. De no vivir en vano. Y ya que las circunstancias muy a pesar nuestro nos arrastran a sufrir, por lo menos aprender. Contestaba el Martín Fierro a la pregunta ¿Se sufre mijito?: “Pero se aprende, ¡caramba!”(la verdad literaria es que no decía caramba, sino algo mas fuerte como interjección, mas sonoro y rotundo. Puesto en términos deportivos decía un entrenador de fútbol, “ya que perdéis, por lo menos no perdáis también la lección de la derrota”. Y es que las derrotas enseñan mucho. A ser modestos y a compadecer. A gozar y a esperar. También enseñan a tener miedo a la fragilidad de nuestro mundo personal.
Y puesto que no siempre se puede andar por la vida en la acera del sol, he pensado que es mejor hablar de “recetas para días obscuros” algo más casero, elaborado, cercano, más plural y más antiguo. Y sobre todo un término que podemos recopilar en forma de libro virtual y sobre todo pueda ser realizado entre todos. Invito cordialmente a quien tenga una receta, que la comparta. Somos muchos los que hemos pasado días obscuros, nunca me atrevería a llamarlos negros, porque cuando una se acerca al pozo del dolor –que en muchos casos es una sima- siempre percibe a alguien que está un poco mas abajo, mas en tinieblas. Y muchos los que hemos superado esos días. Si quieres ayudar a otros, contesta a estas preguntas : ¿Qué te ayudó a superar el sufrimiento?. ¿Quién te alivió? ¿Cómo fue que saliste del agujero? con tu propia receta. Escribe y envía tu receta a info@fundacionbelen.org y gracias.

ME. Me ayudo la lectura. Al principio no tenía fuerzas para leer, pero me forzaba a entender una página al día. Empecé con El Principito de Saint Exupery. Me decía yo, venga, sí puedes con una página. Era como tomarme una cucharada de medicina amarga, pero estaba convencida que al final la medicina me sanaría. Y así fue. Al cabo de algún tiempo –dos meses- me noté mejor, como con más fuerzas. Ya podía leer sin cansarme y enterándome una hora seguido. Seguí leyendo poesía.
Me aliviaba la presencia de mis hijos, y poco más. No soportaba la compañía familiar. Menos aún la compañía de los amigos. Creo que me quería mortificar con mi sufrimiento, en cierto modo todos nos sentimos culpables ante el dolor – al menos yo sí me sentía- y no sé bien si quería salir del rincón.
Finalmente vi la luz en una excursión por el campo un día de primavera resplandeciente.
Había pasado los siete meses más obscuros de mi vida.

Hello world!

noviembre 23, 2005. Sin comentarios

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